Hoolii lectoreees!
Espero que estén muy bien!
¡Feliz Halloweeeeeeeen! Hoy, 31 de octubre, día de capítulo!
Hoy, después de tanto, por fin les traigo el nuevo capítulo :) Sé que ha pasado mucho pero ya saben que por más que me demore, siempre pero siempre les tendré el capítulo, aunque a estas alturas sean poquitos los que me leen :c
El sonido de una campanita es lo que nos despierta.
-Debe ser la alarma que nos avisa que estamos llegando.-
dice Peeta aún con los ojos cerrados. Me separo de su agarre y entreabro la
cortina para que entre un poco de la pálida luz de sol.
-Ya amaneció. ¿Quieres que abra del todo las cortinas
para que termines de despertar?
-Por favor si ya estoy despierto.- responde con una
pequeña sonrisa y con los ojos cerrados aún.
-Vale.- sin esperar más corro las tiesas cortinas y
descubro un paisaje que me mantiene mirando embelesada varios minutos.
Cientos y cientos de hectáreas de bosque. Bosque. Mi
bosque. A diferencia del 12 donde hay variedad, la mayoría que alcanzo a ver
son árboles de pino, hermosos árboles de pinos, altos e imponentes. Te invitan
a ingresar y descansar entre ellos sintiendo la brisa correr, el dulce aroma de
las agujas, los animalillos danzando entre sus ramas. A lo lejos alcanzo a ver
a una docena de pajaritos que salen volando en dirección al sol. Al ver esto de
inmediato medito que el 7 fue la mejor primera opción. Dirijo mi mirada a Peeta
y descubro que aún tiene los ojos cerrados, la poca luz de sol que entra lo
hace de tal forma que incide sobre su cabello rubio cenizo y sobre sus
pestañas, haciendo que parezcan como de oro. Sin pensar acerco mi mano a su
rostro y le acaricio la mejilla, preparada para que diga algo sobre esta
muestra de afecto, me lo quedo mirando directamente esperando… Y espero, hasta
que finamente después de unos segundos descubro que se quedó dormido. Bueno,
mejor para mí, luego tendría que dar explicaciones, las cuales no tengo.
Al asomarme de nuevo por la ventana, vislumbro en la lejanía, la
ciudad. Es siempre grande, sin embargo los edificios que tiene son pequeños, la
proyección que da es como la de una ciudad apacible, tranquila, perfecta para
el objetivo de Peeta y mío. Recuerdo a Johanna Mason, la antigua vencedora de
este distrito, capturada por el Capitolio…, y compañera de cuarto en el
distrito 13. Peeta se intentó comunicar con ella, ya que yo no quería por todos
los hechos acontecidos y honestamente no tenía ganas de hablar con ella ni con
nadie asociado a esa vida la cual quiero olvidar…
De igual manera él no pudo hacerlo ya que le informaron
que ella sigue en recuperación en el Capitolio. Le dijeron que saldría en un
par de meses cuando su estado sea mejor. Con un nudo en la garganta recuerdo
que las cicatrices de ella puede que sean más profundas, con los daños que le
hizo el Capitolio… De repente dirijo mi mirada de nuevo a Peeta, visualizándolo
a él en manos de esa gente… Él también tiene cicatrices profundas y sin embargo
ahora está aquí, acompañándome y yo no puedo estar más agradecida de que esté
aquí, no enfermo y dañado en ese lugar que detesto.
Sin embargo, según me contó Peeta, le avisaron a Johanna
de nuestra visita y ella accedió a prestarnos su casa en la Aldea de los
vencedores para instalarnos mientras estuviéramos aquí. Eso fue todo. Peeta no
pudo darle las gracias ni nada ya que antes de que dijera algo, la persona al
otro lado de la línea le colgó. No le quise decir nada pero en realidad es muy
probable que la persona al otro lado no es de las que estaba de “nuestro bando”
antes, y no le agradaba en absoluto que uno de los vencedores del distrito 12
le estuviera hablando. Sé que ahora estamos en un tiempo diferente y eso, pero
en la calle siempre seremos conocidos por todos, habrá gente que nos querrá,
otra que nos odiará, y otra que les dará exactamente igual quienes seamos. Hay
cosas que nunca cambian.
Aun así Peeta insistió en que deberíamos agradecerle
personalmente a Johanna en cuanto estuviera mejor, al fin y al cabo ella era
nuestra aliada y podría decir que amiga hasta cierto punto. Yo simplemente
decidí callar. Tal vez algún día lo hagamos, pero por ahora solamente no.
-¿Pasa algo?- dice de repente mi compañero,
sobresaltándome.
-No, nada. Eh…, ya estamos llegando. Será mejor que
vayamos preparando las cosas.- me levanto de mi asiento y salgo del pequeño
compartimiento dejando a un Peeta confundido.
Afuera las personas ya están sentadas con sus bolsos a
la espera de que el tren haga la parada. Me dirijo a la parte trasera del
vagón, justo donde está la barandilla y me inclino sobre ella para respirar un
poco el aire mañanero. Ojalá Haymitch estuviera aquí, este ambiente le habría
gustado; sin embargo prefirió quedarse sumido en su casa, con su soledad, como
siempre, y simplemente nos dijo que nos cuidáramos.
Después de un segundo, siento unas manos rodeando mis
hombros.
-El lugar luce bastante bien, presiento que te la
pasarás todo el tiempo metida en el bosque.- dice Peeta sobre mi hombro.
-Oh, qué predecible soy.- digo con una tímida sonrisa.-
¿Tú que harás? ¿Buscarás algún empleo temporal en alguna panadería o
repostería?
-No lo sé. Tal vez, por qué no.
-Si quieres te llevo conmigo al bosque, no me importa
tener un compañero.- “que me cubra las espaldas” dice mi mente, rememorando de
nuevo a Gale. Un escalofrío me recorre al pensar en esos recuerdos… Peeta ha
tenido que sentir el escalofrío ya que se aparta un poco.
-Oh no, sabes que soy un desastre en el bosque, hago
muchísimo ruido y espanto los animales…
-Igual no iba a cazar nada. No traje mi arco así que
sólo iría a pasar el rato durmiendo por ahí o cualquier cosa.
-Bueno, de todos modos no quiero incomodarte. Buscaré
algo que me distraiga.- se aparta totalmente de mí y no puedo evitar pensar que
es porque sabe que por mi mente se ha cruzado Gale.
Un chirrido es el aviso de que acabamos de arribar a la
parada. Mientras se realizan los procedimientos para que podamos salir
adecuadamente, nos dirigimos a nuestro compartimiento para ponerme a terminar
de arreglar las cosas, pero Peeta ya se ha encargado de todo.
-Ah ya lo he arreglado no te preocupes.- dice levantando
las bolsas.- Por cierto, en la de la esquina está algo para que comas, es de lo
que compré ayer en la estación.- termina saliendo del compartimiento. Noto su
tono de voz algo indiferente, supongo que por la escena anterior, así que cojo
la bolsa y salgo rápidamente a su encuentro.
Ya hay una fila de personas listas para salir. Visualizo
a Peeta a unos pasos y me acomodo a su lado, decidiendo tomar su mano. Acabamos
de llegar al primer destino de nuestro viaje juntos, por lo que debemos
apoyarnos mutuamente para que todo esto salga bien. La estación de tren está
tranquila, con la cantidad de personas usuales que caminan de un lado para otro
despidiéndose o consiguiendo sus tiquetes. Tenemos la suerte de que todos están
tan ocupados en sus cosas que no somos notados, a excepción de una niñita que
va junto con un anciano que al parecer está despidiendo a su hijo o algo así.
Se nos queda mirando, y sonríe al ver nuestras manos entrelazadas. Peeta ni se
da cuenta, pero yo le envío una imperceptible sonrisa a la niña que, muy bien
puede interpretarla como una mueca ya que ni yo misma sentí como se movieron
mis labios. La niña de cabellos oscuros es arrastrada por su, abuelo creo,
enviándome una última sonrisa.
-¿Te reconoció alguien?
-Solo una niñita que me sonrió.
-Dime quién no va a querer sonreírte.- responde como si
nada. Solo un pequeño comentario que él creerá inofensivo pero que causa un
revoloteo en mi estómago.
Un coche nos espera afuera. El chofer nos ayuda con las
maletas y de inmediato ingresamos a los asientos de la parte trasera, no
queriendo ser vistos. Al ponernos en movimiento, agradezco que las ventanas no
sean oscuras ya que quiero observar detenidamente la ciudad. Es sumamente
acogedora, debemos estar en una parte importante ya que no se ven las casitas
cochambrosas que se ven en la Veta. Distrito 7, distrito de la madera. Vaya que
sí. Las casas, la mayoría son de dos pisos, están hechas de madera, madera de
la buena y duradera. La mayoría de las casas tienen hermosos jardines llenos de
abundantes matas y flores. Las personas caminan de aquí para allá realizando sus
actividades diarias. La ropa que usan no es muy distinta a la del 12,
pantalones, camisas sobre todo a cuadros, y a sus espaldas llevan colgadas sus
herramientas, imagino que machetes, hachas y todo lo relacionado con la tala.
El sol ha llegado totalmente y hace parecer la ciudad reluciente, limpia,
llenas de grandes cosas por hacer, lista, esperándonos.
Distrito 7, madera.
Notas: Bueno,ya saben un poco más sobre el distrito 7 y sobre nuestros vencedores :) ya tengo listo el siguiente capítulo, y si no se me presentan contratiempos, lo subiré para la próxima semana :D
Espero que les haya gustado y hayan disfrutado el capi, como siempre, ya saben cualquier cosa comenten su opinión o sugerencia o lo que sea! jajaj eeeeen fin.
¡Y que la suerte esté siempre de vuestro lado!