sábado, 21 de enero de 2017

Capítulo 29


Hola mi gente linda! Así es, soy yo, otra vez molestándolos XD ya ni sé qué decirles con respecto al tiempo que ha pasado sin actualizar... ya creo que están acostumbrados a mi impuntualidad, aunque esta vez reconozco que fui más que impuntual. De verdad no quería demorar tanto pero, queridos míos, la vida es una cosa muy complicada. Sin embargo, sepan, SEPAN, que yo jamás voy a abandonar esta historia, así ya no me lean y pasen muchísimos años. 

El último capitulo publicado data de abril del 2016, lo sé, sé que es mucho, pero mi mente no me daba, simplemente no me daba como para que pasara un año sin actualizar. En mi cabeza, si alguien no actualiza luego de un año, ya no actualizará más.

Por ello disculpen si quizá este capítulo no les guste tanto. De verdad que fue un poco difícil volver a escribir, sin embargo me esforcé para hacerlo lo mejor posible. Estoy algo oxidada y tuve que leer de nuevo la historia para coger el hilo. Espero ir lentamente agarrándole en sentido.

Este capítulo se lo dedico a Carlota, Fatima y Juana, de veras, chicas, sus comentarios con la historia son los que me han motivado a traerles este capi hoy... tal vez ya ni me lean, pero tenía que decirlo.

Como siempre, y esta vez si lo recomiendo de verdad, lean los capis anteriores para que recuerden de qué va la cosa... si me tocó leerlo a mí JAJAJ

Sin más... a leer!!!


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La habitación entera se ha quedado en silencio. Me siento un poco fuera de lugar porque justo ahora parece que nada más existieran Clare y ese señor, debido a la intensidad de sus miradas dirigidas hacia el otro. La sra Ganger parece que hubiera visto un fantasma, pues su piel había empalidecido y sus ojos casi se salían de sus cuencas; mientras que el alto hombre lucía como si estuviera a punto de llorar. Mi mente me devuelve a lo que él dijo apenas entró… <Madre>… ¿será posible? Recuerdo que Clare mencionó algo de que era una historia que no prefería contar en el momento… ¿Tendrá algo que ver con este señor? Marcus… creo que fue el nombre que dijo Clare.

—Madre… —vuelve a decir Marcus acercándose a pasos lentos a mi compañera de mesa— No… no pude estar más tiempo lejos sabiendo lo… lo de… de pa… papá…—termina el hombre cayendo arrodillado a los pies de Clare.

Los ojos de la sra Ganger se cristalizan y por el rabillo de mi ojo noto que tiembla. Reprimo el impulso de acercarme y envolverla en un abrazo o tomar su mano debido a que parece como si estuviera a punto de derrumbarse… del shock o del dolor, no sabría decir. El hombre se inclina hacia delante y posa su frente contra el regazo de Clare, sacudiéndose en espasmos de lo que descubro unos pocos segundos después, son sollozos. Revolviéndome un poco incómoda en mi asiento; esta imagen en serio que es algo difícil de ver. Y más cuando, lenta y temblorosamente la Clare acerca su mano a hacia los cabellos oscuros del hombre y acaricia su cabello en la muestra de afecto más dolorosa que he visto jamás. No quiero levantarme e irme porque eso sería algo grosero, pero tampoco quiero decir algo e interrumpir el momento con palabras necias, por lo que al final decido quedarme donde estoy pretendiendo no escuchar ni ver en su dirección. Definitivamente esto es un reencuentro en familia y esperaré hasta que las aguas se calmen para hacer notar mi presencia.

El cuarto entero se llena de sollozos silenciosos por parte de ambos, lo cual inevitablemente afecta mi humor de la manera que era de esperar. Sin querer me hundo en mi asiento y yo misma empiezo a fundirme en toda esa aura de tristeza y desolación. Esta familia, porque son una familia indiscutiblemente, llora por la pérdida de un ser querido. Y puede que no se hayan visto en muchos días, meses, años…, pero cuando un suceso de la magnitud de éstos pasa, no importa la lejanía, ni el tiempo, ni las diferencias… todos se reúnen en pro de un mismo objetivo. Y es no sentirse solos, compartir ese dolor, y quizá, calmarlo gracias a esa compañía.

De repente me acuerdo de Peeta… ¿dónde estará? Me he vuelto tan dependiente de su compañía tanto que su falta, me hace mal. Él siempre ha sido como esa roca firme, esa persona constante y segura que está ahí cuando quiera que lo necesito, con su amable sonrisa, sus calmantes palabras, su cariñosa mirada, su suave toque… un escalofrío me recorre al pensar en la noche anterior… sus dulces labios… Cada día me rectifico más: sin él, simplemente estaría hundida en la locura.

—Katniss, querída mía… —dice Clare de pronto, haciendo que salga del estupor en el que me encontraba momentos atrás. Dirijo mi mirada en su dirección y noto que el hombre se ha sentado en la silla al lado de ella y mira al suelo, no sé si en signo de vergüenza o nerviosismo. —Te quiero presentar a Marcus… mi hijo. —señala a su costado, con una mirada cautelosa en dirección a Marcus.

El aludido levanta la cabeza y clava la mirada en mi rostro. Me siento encoger un poco en mi asiento por la profundidad de esos ojos verdes, ojos heredados de mi gran amigo George. Es asombroso el parecido con él, es robusto, aunque no gordo, pómulos alzados… pero lo más inquietante es su mirada… no sabría decir qué es lo que transmite… sí, veo dolor y sufrimiento, e incluso un poco de vergüenza… pero más allá veo… ¿reconocimiento? O…

Envío todos esos pensamientos al fondo de mi mente, ¿reconocimiento? ¿En serio? Bueno, soy Katniss Everdeen, el sinsajo, no creo que haya alguien que no me reconozca, pienso con amargura.

—Hola. —digo simplemente. Pocas palabras, esa soy yo.
—Un gusto señorita Everdeen, —dice Marcus en voz baja y algo… ¿reverencial?
Asiento, perdida sobre qué más decir. Me vuelvo a revolver un poco más incómoda en mi asiento debido a que su taladrante mirada verde sigue fija en mí. Clare, dándose cuenta de esto, toma el brazo de Marcus y lo hace poner de pie junto con ella.

La sra Ganger se ve un poco afligida. Me pregunto por qué será hasta que recuerdo lo que me había dicho justo antes de que Marcus irrumpiera en la estancia. La verdad era que no parecía muy feliz hablar de su hijo… ¿Tendrá esto que ver con la vergüenza reflejada en la mirada de dicho hombre?

—Necesitamos hablar, Marcus. —dice con voz firme pero a la vez suave. El hombre asiente una vez y hace el amago de salir por la misma puerta por la que entró pero Clare vuelve a hablar, esta vez en mi dirección—. Querida, ¿podrías hacerte cargo del negocio por unos momentos? —pronuncia en voz baja, casi como suplicándome.

Sin comprender, muevo mi cabeza en afirmación y, con una mirada agradecida, Clare se vuelve hacia la puerta y sale del negocio con su hijo. En el último segundo, Marcus gira su cabeza y me dirige una mirada fugaz. ¿Fueron mis ojos o acaso me sonrió? Ya es mediodía, el sol tuvo que haber reflejado mal mi visión. Sacudiendo mi cabeza, me levanto de la silla y recojo las tazas olvidadas de té. Manteniendo mi mente despejada regreso a la cocina a lavar los pocos trastos que hay regados por allí.

Una punzada cruza mi pecho al entrar en dicha estancia. Recuerdos de mi tiempo aquí con George me inundan y una nube de nostalgia cubre mi cuerpo entero sin poder evitarlo. ¿Qué se supone que haré ahora que él ya no está? Peeta siempre se ha encargado de ayudar a Clare en la repostería… ¿seguirá el restaurante funcionando? Hago una nota mental de preguntárselo a Clare una vez la vea de nuevo. Aunque no creo que eso sea pronto… esa charla con su hijo se veía como si no fuera a demorar poco.

Me dedico a limpiar la cocina, trabajando casi robóticamente e intentando ignorar los retazos de memoria que llegan a mi mente en los momentos menos esperados. Cuando mi mirada se cruza con la hora, me sorprendo al ver que ya son más de las cuatro de la tarde. Seco mis manos y me dirijo a la parte delantera del negocio, encontrándolo todo tal como lo dejé horas atrás.
Organizo un poco las mesas y pego un brinquito cuando suena la campanita anunciando la llegada de alguien. Me volteo y vislumbro una pequeña niña cargando con ella un cesto en miniatura y caminando hacia el mostrador.

—Hola, Katniss —saluda la niña pelirroja con toda naturalidad.
—Ho… hola. —respondo un poco en shock.
—Mis padres me enviaron por unos ponqués de melocotón, ¿sí hay?
—Sí creo que sí, —digo en el acto— ¿Cuántos quieres?
—Tres, —responde ella con una pequeña sonrisa en su redonda cara. Por algún motivo me parece vagamente familiar…

Me vuelvo a buscar en los estantes, demorándome un poco puesto que es la primera vez que atiendo clientes cara a cara, aparte que no sé muy bien dónde están las cosas. Después de unos segundos regreso al mostrador y le entrego su pedido, ella me da el dinero a cambio, dice las gracias y se da la vuelta para irse… sin embargo a último momento se gira y abre la boca como para decir algo.

—N… no —titubea ella un poco— No estés triste más, Katniss. —dice, notando e ignorando el aturdimiento en el que sus palabras me acaban de dejar— Son nuevos tiempos, gracias a ti, no los gastes en la tristeza… Sé feliz. —termina ella con una sonrisa tierna en su rostro redondo. Sin decir más, ni esperar respuesta de mi parte, sale por la puerta, dejándome en el más absoluto desconcierto.

Al rato, la puerta vuelve a abrirse y esta vez entra Clare, pareciendo exhausta. Me sorprende un poco verla sin el hombre pero no menciono nada.

—Sra Ganger… —digo, caminando rápidamente hasta alcanzarla. La tomo con cuidado del brazo y la obligo a sentarse en una silla cercana. — ¿Se siente bien? ¿le traigo algo para beber?
—Katniss, ¿me ayudarías a llegar a mi habitación? —responde ella con la voz algo apagada.

Sin decir una palabra más, la levanto de nuevo y subimos con cuidado las escaleras en forma de caracol que llevan hasta la pequeña habitación. La ayudo a recostarse y le quito los zapatos para que pueda dormir liviana. Al final, la cubro con las gruesas sábanas grises y ella musita un bajo gracias. No puedo evitar sentir admiración hacia Clare. Es una mujer fuerte, eso no hay que negarlo, pero también tiene su lado frágil… De pronto recuerdo a Mags, en los segundos juegos… siento mi cara contorsionarse con la memoria… la valiente Mags. Definitivamente mujeres como ellas ya pocas quedan.

Cuando estoy a punto de irme, Clare toma mi mano. —Katniss… vino… mi hijo… regresó —susurra con los ojos cerrados, hasta creería que está soñando.

Apretándole la mano una última vez, salgo por la puertecita y bajo las escaleras, encontrándome con la visión de un Peeta de espaldas organizando cosas en el mostrador.

Sin saber realmente por qué, o tal vez sí, me lanzo a su espalda y lo abrazo por detrás en un abrazo demoledor. Los eventos del día han absorbido toda mi energía y no quiero nada más en este momento que tenerlo envuelto entre mis brazos. Siento su espalda tensarse un momento debido a la sorpresa pero luego se relaja a notar que soy yo. Cubre mis manos con las suyas y lo siento apretándose más a mí.

—Pensé que ya te habrías ido… —dice en voz bajita.
—Te estaba esperando para irnos… —respondo, inhalando el dulce aroma de canela y eneldo que destila de su suave camisa.
—Lamento no haber aparecido por aquí… Los señores Quant tenían unos negocios que atender y necesitaban mi ayuda… —dice Peeta, dándose la vuelta entre mi abrazo. — ¿Cómo estás? —inquiere, examinando mi cara.
—Bien… en lo que cabe… —murmuro, mirando al suelo. — Clare acaba de acostarse.
—Lo entiendo… me hubiera gustado pasar un poco más de tiempo con ella.
—Igual no creo que hubieras podido… —digo, levantando mi mirada— Hoy regresó su hijo.
—Eso oí.
— ¿Ah sí? ¿Dónde? —inquiero, curiosa.
—Los vieron caminando por la plaza, al parecer el hombre no se aparecía por aquí en mucho tiempo, al menos eso dijo la sra Quant. —dice Peeta, apartando uno mechones de cabello de mi frente— La verdad era que estaban sorprendidos, y hasta algo recelosos, podría decir… —termina Peeta, con una mirada pensativa.
— ¿Recelosos?
—La verdad no sé. No dijeron más nada. —responde Peeta, desprendiéndose de mi abrazo, frío me recorre entera con la ausencia de su piel. —Mejor vámonos, es tarde.
Aún con el tema inquietándome un poco, lo olvido de momento y me dirijo a recoger mi chaqueta, reuniéndome con Peeta en la salida trasera del negocio, después de haber cerrado todo con candado.
Afuera, el atardecer se ha pintado de un naranjado brillante y, en la distancia el azul oscuro de la noche hace su lenta aparición anunciando la llegada de la noche. A esta hora, las calles están un poco vacías, lo cual agradezco, sigo sin querer miradas quisquillosas sobre mí. Con toda la naturalidad del mundo, Peeta entrelaza su mano con la mía y nos lleva de camino a la Aldea de los vencedores. Agradezco la tenue oscuridad ya que pudo ocultar un poco el rubor que causó su acción. Antes de hoy, él sosteniéndome la mano era algo normal, casi inocente, pero ahora, con todo lo que ha pasado, no puedo evitar pensar que tiene un significado mucho más profundo.

No hablamos en el camino. La compañía del otro siendo suficiente. Al llegar a la casa, Peeta me pregunta si quiero comer, a lo que responde casi ansiosamente, de pronto recordando que con tantas cosas olvidé comer. El apetito simplemente en la parte trasera de mi mente. Desde lo de George… el cuerpo humando puede ser sorprendente, a cualquier persona, a estas alturas sin comer, se hubiera desmayado. Supongo que la costumbre tiene algo que ver, después de todo yo más que nadie sabe lo que es aguantar hambre. Aunque en esta ocasión haya sido por causas puramente ajenas a cosas como la falta de comida o dinero. Sino más bien un ayuno autoimpuesto.

Subo las escaleras y me dirijo al baño, tomándome mi tiempo en la ducha para lavar no solo mi cuerpo, sino también mi mente. Salgo refrescada, con la mente en blanco pero tranquila y me cambio a ropa para dormir, después de todo no es como si fuera a salir de nuevo. Al bajar al primer piso y entrar a la cocina el olor a comida recién hecha inunda mis fosas nasales y la boca se me hace agua. Me sorprendo aún más al notar la mesa llena de comida. En el centro un gran cuenco lleno de lo que imagino serán chuletas, a un lado en otro cuenco trozos de pan, junto a éste un poco de patatas con verduras y hasta un trozo de torta de mango en un plato aparte.

—Peeta… —musito, asombrada. Él está de espaldas y al escucharme se vuelve trayendo con él dos vasos y ubicándolos en la mesa para después sentarse en una de las sillas. — ¿Por qué tanta comida?
—No has probado bocado en días, Katniss, así que mejor ven, siéntate y come propiamente. —dice él con una media sonrisa, pero también con un tono comandante en su voz.
—Vaya, como diga, señor, —respondo con ironía y me siento a su lado. Él solo sonríe más ampliamente cuando me ve atiborrarme con la comida. ¿En qué momento hizo todo esto? Ni idea, pero mejor no desperdiciarlo.
Cuando terminamos de comer, la mesa ha quedado vacía, no era solo yo la que tenía hambre, puedo ver en la expresión de Peeta lo satisfecho que quedó.
—Todo te quedó delicioso, —digo mirándolo con admiración.
—Gracias, me alegro que te haya gustado —responde él suavemente, levantando su mano derecha y quitando una mancha de ¿comida? Justo al borde de mi boca. Me ruborizo un poco y bajo la mirada, algo avergonzada.
—Déjame a mí lavar los platos, —digo, para romper el repentino silencio.
—De eso nada, ya has tenido mucho el día de hoy, —y se levanta de la silla sin decir nada más ni esperar objeción.

Al verlo levantarse y organizar todo, me pregunto… ¿qué haría yo sin él? Él sabe que me pasa algo incluso antes de que yo me dé cuenta, sabe que necesito un abrazo sin siquiera decirlo, tiene las palabras correctas para calmarme en el momento correcto…

Levantándome y sin pensarlo dos veces, me acerco hacia donde está inclinado en la encimera y le estampo un beso en su mejilla. Él brinca asustado pero antes de decir nada, salgo prácticamente corriendo de la cocina directo a mi habitación.

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Ya acostada en mi cama, me muevo varias veces en ella buscando el calor con el que me duermo siempre… ¿Vendrá Peeta? Ya ha pasado una hora creo y nada que lo siento hundirse en el colchón a mi lado…

Cuando estoy a punto de levantarme y averiguar, la puerta se abre silenciosamente y un cambiado en pijamas Peeta entra con pasos lentos. Ve que estoy despierta y sonríe. Le correspondo.

Como siempre, siento su peso hundirse a mi lado derecho en la cama y recostarse. Casi como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, nos giramos al mismo tiempo hacia el otro y nos acercamos hasta dar con el cuerpo de cada uno, envolviendo los brazos uno en el otro. Respiro hondo su aroma, ahora mezclado con el jabón de la ducha.

—Ya iba a bajar a buscarte, —murmuro contra su pecho musculado.
— ¿Extrañándome tan pronto? —bromea con voz ligera.
—Oh, calla… — y le doy un breve golpecito en el brazo.
Después de un tiempo, oigo su respiración ralentizarse.
—Katniss… ¿cómo estás? —vuelve a repetir la pregunta que me hizo en la panadería-repostería.

Esto es de lo que hablo. Este es el Peeta que me conoce, atento y cariñoso que se preocupa por mí. Y yo no puedo estar más que agradecida.

—Pues justo ahora, en este momento… —y lo aprieto contra mí para más rectificación — Estoy bien.

Alzo la mirada para encontrarme con su hermosa mirada azul. Con ese brillo que creí perdido.

—Hoy pasó algo raro… —comienzo, de repente recordando y necesitando contárselo — Llegó una niña al negocio y pidió unos ponqués…
— ¿Y qué tiene eso de raro? —pregunta, acariciando mi brazo lentamente.
—Fue lo que me dijo al final… —trago, pero me obligo a seguir—. Que ya no estuviera más triste… y que sea… feliz… —digo ahora, roja como un tomate— ¿Acaso no es eso raro?
—Yo no le veo nada de raro… —dice él, ahora acariciándome la cara con cariño— Todo el que te conozca querrá eso para ti… y creéme, hay mucha gente que te conoce, al menos en ese sentido.

Las palabras de Peeta me llegan, como siempre. Decido olvidar todo el acontecimiento, después de todo, en la vida a veces pasan cosas que simplemente no necesitan tanta explicación.

Rindiéndome a otra necesidad, ya me es imposible retrasarlo con su cálida compañía, me inclino los pocos centímetros que nos separan y sello suavemente sus labios con los míos. Ya ninguno de los dos se sorprende, ya que es algo que ambos de hecho, esperábamos. Me separo un poco solo para que poco después sea Peeta el que se inclina de nuevo y me bese con una delicadeza que hace que se me ericen hasta los dedos de los pies. Contrario a la noche anterior, esta vez es más suave, mucho más suave y no me sorprende en absoluto el derretirme de la misma manera que si fuera un beso acalorado.

De nuevo me pregunto, ¿qué haría yo sin él?

Y vuelvo y me respondo: simplemente estaría loca.




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Resultado de imagen para katniss y peeta


fuente: uk.pinterest.com


Notas: Bueno, mis lectores, eso fue todo por hoy, espero no me tiren tantos tomatazos u.u nos leemos en el próximo capi...



Y claro, como siempre...

¡Que la suerte esté siempre de vuestro lado!


Carolina



martes, 26 de julio de 2016

Palabras



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Hola a todos, o puede que a nadie, ¿hay alguien ahí? ¿alguien? Y si no, no me importa, le escribiré estas palabras al viento...

...

Bueno, no sé que decir, es decir, sé que tenía que publicar algo, lo que sea, pero no sé... 

SÍ, ESTOY AQUÍ, NO ME HE IDO.

¿Recuerdan un tiempo que dije que no me iría sin finalizar esta historia, que puede que ya nadie lea? Pues me mantengo firme, eso es lo único que puedo decirles. 

Mi amor por los Juegos del Hambre es inmenso. Que se hayan acabado las películas es triste, pero no un motivo para dejar de lado unos maravillosos libros que hacen parte de una maravillosa etapa. 

Ya este blog pasó de 2 años, ¿increíble no? y me es difícil el solo pensar el tiempo que lo he tenido abandonado, ya que es como mi bebé, mi proyecto de un hobbie que inicié motivada por la idea de un final del libro mucho más amplio y explicativo de todo lo que pasó. 

Asi que no. NO. No lo abandonaré. Ni lo piensen por un segundo, Yo soy de las que si lo empiezo, lo termino, así como ustedes, yo también leo fics y no me gusta, de hecho me da rabia que empiecen a escribir y dejen la historia botada.

Y mi amor por ti aquí perdurará (aún no le decido nombre a la historia) está vivito y coleando como decimos en mi país, así que no se sorprendan cuando un día de repente encuentren un nuevo capítulo.

De verdad, de verdad, disculpas. Me da vergüenza con todos ustedes que le han tenido fe a la historia. pero sepan, que esta historia sí tendrá un final.

Con todo mi aprecio,
Carolina

sábado, 7 de mayo de 2016

Expandiendo horizontes


Hola mis queridos y hermosos lectores, ¿cómo están? Espero que muy bien! Es sábado y Dios nos ha regalado un día más  de vida :D

Si, sé que es raro estar publicando entrada, o sea YO de entre todas las personas, subiendo una entrada cuando me aparezco es de meses en meses jaja
Pues bien, no, no me olvidado de uds, y no, aún no tengo un nuevo capítulo de la historia... Pero sépase que ya lo tengo pensado y empezaré a escribirlo la semana entrante, me comprometo.|||.

El motivo de esta entrada no tiene que ver nada con los juegos del hambre, de hecho al contrario total.

Vengo a hablar de Harry Potter. 

Jajajaj.

Extraño lo sé. Bueno, no es que yo haya leído los libros ni nada, pero he visto las pelis y me han encantado. A alguien más aquí le gusta? Woooo!

Ahora puedo decir que me encanta tanto como los juegos del Hambre... Bueno no tanto jaja el caso es que no sé si conozcan de los distintos pairings que hay... Harry/Hermione Ron/hermione Harry/Pansy
La cosa es que me he encontrado con una pareja para nada convencional.

Draco y Hermione. O mejor conocido como Dramione.

Estoy enamorada, literal, de esta pareja.
Los amo tanto como Katniss y Peeta. Tanto que estoy trabajando en una traducción.

Listo, ahí lo solté. 

Como sabrán, el mundo del Fanfiction es inmenso, vemos de todo, y pues no he podido quedarme atrás...

Así que si hay alguien aquí fanático de Harry Potter o en su defecto Dramione, los invito a que visiten mi nuevisima traducción.
Es algo muy importante para mi ya que además de poder compartirlo con la comunidad de fanfiction en general. Aprendo más del idioma.

Así que sin más, les presento (el link!)

https://www.fanfiction.net/s/11933559/1/What-the-room-requires-Traducción

Agradezco muchísimo su atención a esta rapidísima entrada, pero sólo quería darle propaganda a este nuevo proyecto que me emociona y a la vez me llena de nervios!

Lamento si los ilusione con un nuevo capítulo de mi historia post-sinsajo pero no se entristezcan, que yo AMO LOS JUEGOS DEL HAMBRE FOREVER y tendrán un nuevo capi de Y mi amor por ti aquí perdurará muy pronto.

Sin nada más, me despido calurosamente con un abrazo desde Colombia para todos uds. Que tengan un lindo sábado.


Y no puede faltar...

Que la suerte esté siempre de vuestro lado...

miércoles, 13 de abril de 2016

Después de siglos... ¡Chapter 28!




¡¡HELLOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!

HOLA GENTE DEL MUNDO VIRTUAL! AQUÍ ESTOY, POR FIN, DESPUÉS DE MESES, CON UN NUEVO CAPÍTULO DE ESTA HISTORIA QUE AÚN SIGUE EMOCIONÁNDOME ESCRIBIRLA COMO SI FUERA EL PRIMER DÍA :D

PARA LOS QUE PENSARON QUE ABANDONARÍA, PUES DÉJENME RECORDARLES: YO NO ABANDONO. NO SOY DE LAS QUE SE RINDEN. ASÍ QUE, AQUÍ ME VEN :)

A MIS ETERNOS LECTORES, UN DISCULPA DE AQUÍ A LA LUNAAAA :( DE VERAS NO QUERÍA QUE PASARA TANTO TIEMPO... COMO DIJE EN UNA ENTRADA ANTERIOR, MI VIDA ESTÁ PASANDO POR UNA CRISIS, Y ESCRIBIR ERA LO ÚLTIMO QUE SE ME VENÍA A LA MENTE, PERO COMO VEN, AQUÍ TRAJE UN NUEVO CAPI, VIENDO QUE, LEER Y ESCRIBIR ME PERMITE SALIR POR UN RATO DE UNA REALIDAD QUE QUISIERA OLVIDAR POR UN RATO.

No sé qué opinen del capi, a lo mejor estoy algo oxidada, pero eso fue lo que salió, recién acabo de terminarlo, hubo partes que no me gustaron del todo, pero no quería permitirme razonarlo tanto y al final arrepentirme y no publicar nada. No es justo para ustedes ni para mí, cuya cabeza me duele de tanto que pensé en lo que escribiría...

En fin, este capítulo tiene una dedicatoria especial...

Para Fatima Vieyra; linda gracias por tu apoyo y tus ánimos para con la historia, espero que el capítulo sea de tu agrado :) un saludo caluroso desde Colombia para ti allá en México :3

Sin más, aquí el capítulo 28...
Ya saben, si no recuerdan de que va la cosa... lean los capis anteriores...



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Canela y eneldo. Ese olor dulce y suave a la vez me rodea. Y no puedo ni quiero alejarlo…

Abro mis ojos en busca de ese olor que me tuvo hipnotizada durante toda la noche. ¿Acaso fue un sueño?

No. Las sábanas desordenadas al lado derecho de mi cama lo confirman. Un tenue rubor cubre mis mejillas al momento que un balde de recuerdos cae sobre mi cabeza. Peeta… yo besándolo… él besándome… besándonos como si no hubiera mañana… Sin embargo todo rastro de timidez o nerviosismo se esfuma al instante que pienso con más claridad qué fue lo que pasó…

Oh no.

En un arranque prácticamente me tiré en los brazos de Peeta, repentinamente deseosa de sentirlo cuando debería haber estado apática a cualquier tipo de contacto –ya sea físico o mental- debido a la gran carga emocional que viví ayer. Y no sólo eso, sino que puse en riesgo la ¿buena? ¿Llevadera? ¿Estable? relación que venía llevando con Peeta, teniendo en cuenta los últimos hechos y actitudes de parte mía con respecto a lo de Grisella. Un frío me recorre de pies a cabeza al pensar en lo que Peeta debe estar pensando justo ahora…

Y eso es lo que me aterra más.

¿Se alejará de mí? ¿Pensará que soy una inestable mental que no puede lidiar con sus emociones? ¿Qué se aprovecha de él y lo utiliza para su propio beneficio? O peor aún… ¿se arrepentirá?... ¿pensará que fue un error del viejo Peeta… ese que se supone que debió haber enterrado hace mucho… el Peeta que no existe, ni me quiere?

Siento una dolorosa punzada en mi pecho.

Lo que me lleva a cuestionarme… ¿me arrepiento yo?

El sólo recordar el sabor de sus labios, el tacto de sus manos por mis brazos y cintura… esa… ¿pasión? Que se impregnaba en cada parte del beso… Trago. No.

No me arrepiento. En teoría ha sido la mejor sensación que he experimentado en mucho tiempo. Una sensación que creí jamás volver a sentir. No después de que Peeta hubiera sido arrancado de mi lado brutalmente en los segundos juegos. Ya que lo que sentí se pareció escalofriantemente a lo que sentí esa noche antes de que todo explotara… esa noche en la arena de la playa. Junto a Peeta.
Y el pensar que ahora él se arrepiente me cala en lo profundo del ser. Ya que ahora soy yo la que en este momento lo necesita… a él. Su piel. Sus labios. Poder tenerlos ese rato para mí me hicieron dar cuenta que él es el único consuelo, la única luz, ese rayo de esperanza que me saca irremediablemente de ese universo en el que solo hay soledad… y tristeza. Una lágrima corre por mi mejilla inadvertida. ¡Qué pasa con todas estas lágrimas! ¿En qué momento me volví un cuerpo que al parecer solo sirve para llorar? Me hace sentir terriblemente débil. Y yo no quiero ser débil. Pero al parecer el mundo se empeña en desdecirme.

Me recuesto de nuevo en mi almohada con una cantidad de sentimientos encontrados. A la espera que este nudo en mi estómago se pase. Reflexiono cada uno de los eventos acontecidos y a la única conclusión que llego es que todo es un desastre. ¿Cómo enfrentaré a Peeta? ¿Qué le diré? Va a ser una situación incómoda teniendo en cuenta que él fue quién en un principio me habló en esa “cena” que ahora veo hace un millón de años luz, de su deseo de alejarse de mí de un modo… más allá que amistoso.

Me retuerzo al pensar en esa noche y lo robótico de mi comportamiento después, pensando que efectivamente él no me quería…

No te quiere… susurró esa vocecita entrometida en mi mente, provocándome una estocada en el pecho.

Pienso en él con Grisella… aparte de la posible rabia que le pueda tener, en el fondo no es una mala chica, y se nota que en verdad le gusta Peeta, y le puede ofrecer más de lo que yo podría. Porque, seamos honestos; lo único que podría ofrecerle sería un saco vacío de persona que hace mucho tiempo dejó de sentir algo más que indiferencia por el mundo y sus alrededores. Con la sombra de Prim y mi pasado tormentoso acechándome… jamás podría permitirme sentir nada más…

No. No estoy dispuesta a verlo cargar con mis tormentos, como tampoco estoy dispuesta a que él me atormente con su inminente rechazo… Aparentaré tranquilidad, cuando por dentro seré un nido de abejas locas, y como lo responsable que soy, le diré que me disculpe, que estaba fuera de mí, y que no vería nada de mal en continuar como veníamos. Eso.

Con esto en mente, me paro abruptamente, dispuesta a salir afuera y enfrentar el mundo con fuerzas renovadas… Fuerzas que no puedo evitar pensar que obtuve gracias a Peeta… sintiendo una repentina desolación y un frío recorrer mi cuerpo al recordar que más temprano había abierto los ojos y él no estaba ahí a mi lado…

Porque una pequeña parte de mi mente esperaba fervientemente que fuera así

Con un peso en mi pecho me baño y me arreglo vagamente, ya que me había dormido con las ropas del funeral… y este pensamiento me trajo nuevamente a los eventos de ayer y a todo lo que había pasado antes, llenando de más carga ese peso instalado en mi pecho. Oh Clare… la dejé sola en un momento donde no debe estarlo.

Bajo las escaleras a paso medio, rogando en mi mente no ver a Peeta ya que, si bien tenemos que hablar, quiero retrasar el momento lo más que pueda, porque no soportaría ver su indiferencia o su arrepentimiento en este momento, no cuando esta carga en mi pecho es lo suficientemente difícil de llevar.

Entro a la cocina por un vaso de agua fresca pero apenas llego al marco mi corazón da un vuelco. Peeta. Sentado tranquilamente en una de las sillas alrededor de la mesa, soplando suavemente una taza de lo que asumo es chocolate caliente. Se ha cambiado también y al verme aparecer me dirige una mirada indescifrable.

Un escalofrío me recorre y siento que toda la sangre ha viajado a mis pies. Trago.

Él parece notar mi repentino nerviosismo y, con una sonrisa calmante…

-Buenos días, Katniss.

Suelto el aire que inconscientemente contenía y susurro apenas audible.

-Buenos días.

Decidiendo que es un encuentro que efectivamente no puedo atrasar, me dirijo con pasos lentos hacia la estufa donde se posa el recipiente con el chocolate que no se ha enfriado del todo y me sirvo un poco en una de las tazas azules que están en la alacena superior. Con movimientos mecánicos me vuelvo hacia él, tomando un respiro profundo, y me siento a su lado en la mesa. Si voy a hacer esto, lo hare bien y con toda la firmeza que pueda.

Empiezo a tomar pequeños sorbos para tranquilizarme un poco y arriesgo una mirada en su dirección. Luce tranquilo, tiene su mirada fija en un punto muerto frente a él, como si estuviera pensando algo muy concentrado, casi ignorándome… Pensar esto me duele, pero a la vez me da más resolución para lo que debo decir. Abro la boca para empezar pero sorpresivamente, él habla;

-¿Katniss alguna vez tú… alguna vez te gusté? ¿De verdad? – pregunta, esta vez taladrándome con la mirada.

Me quedo muda, abriendo y cerrando la boca varias veces de la impresión y de la sorpresividad de su pregunta.

-Yo… - no sé qué responderle. Me pregunto internamente, ¿me gustó antes? ¿En serio? Pasan unos segundos de lucha hasta que la respuesta viene a mí como una patada en el estómago. Sí. Sí claro que me gustó. Desde pequeña tal vez… con su aura amable y tranquila, con su agradable sonrisa y sus cabellos rubios cenizos… sólo que la coraza que me auto-impuse siempre me impidió ver más allá. Por el miedo. Tapándolo con negación. – Sí. – respondo antes de detenerme, ¿para qué seguir negándomelo? Si al final me voy a negar lo más grande. La oportunidad de algún día poder sentir algo más por él… con él. Pero es lo mejor.

-Pero siempre fui yo el que te persiguió… - añadió más como para sí mismo. De nuevo perdido en sus pensamientos.

La forma en que lo dice, casi como recriminándose el haber estado detrás de mí produce que un desazón recorra mi cuerpo. ¿Tan repulsiva le seré ahora? Dicho pensamiento hace que mis entrañas se revuelvan… Si… si lo que quiere es liberarse de una vez de mí, ¿para qué seguir atrasándolo? Él obviamente no quiere nada conmigo… pero ¿quién va a querer algo conmigo? Después de todo soy Katniss Everdeen, la dura, la apática, la grosera.

-Pues debes estar contento entonces de que ya no tienes que perseguirme, ¿verdad? – inquiero, mi voz fría sin poder evitarlo. – Después de todo eres… ¿cómo dijiste? Ah sí… un nuevo Peeta. Uno que ni me quiere ni quiere tener nada que ver conmigo. – le espeto, amarga; él hace el amago de hablar pero lo corto. – Déjame decirte que no tienes ninguna obligación. Pues así como tú no quieres nada conmigo, yo no quiero nada contigo. Sí, eres un buen amigo, y sí, te respeto y no quiero que nada te pase, pero así como tú mismo dijiste, el Peeta que una vez me quiso sin restricciones ya no está, y nunca más volverá, por lo que es mejor que cada quién tome su respectivo lugar y ande en su camino. – añado ya de pie, ni sé en qué momento me levanté. Peeta me mira boquiabierto y con un deje de confusión en sus ojos azules, por lo que continúo. Tengo que zanjar todo aquí y ahora. – No… no quiero tener que molestarte más con mis torbellinos de acciones y emociones, estoy vacía, Peeta… y tampoco quiero dañar lo poco de tranquilidad y bondad que queda en ti, como ya dije, quiero tu bienestar… y ese no estará si permaneces a mi lado. – susurro suavemente, de nuevo sintiendo el tumulto de lágrimas agolpándose en mi rostro. – Por lo que será mejor que tratemos de mantener las distancias pero a la vez conviviendo civilizadamente, después de todo, todo este viaje fue para la recuperación de ambos – finalizo, bajando la cabeza al suelo.

Sin querer, había expuesto sutilmente todo lo que había en mi mente, mis recelos y dudas, no pudiendo soportarlo más, y mucho menos después de ver su expresión al preguntarme si alguna vez me gustó. Sin querer, lo había liberado completamente de mí, condenándome de paso a una vida donde sé, todo será de negro.

De repente escucho el chirrido de la silla al correrse, además de pasos, sus pasos acercándose a mí… ahogo una exclamación cuando levanta mi cabeza con ambas manos, tal vez sorprendiéndose de que a pesar que tenía los ojos llenos de lágrimas, no solté ninguna. ¿Para qué?, en estos momentos tenía que mantenerme fuerte a como de lugar, sobre todo teniendo en cuenta que prácticamente acababa de exponer mi corazón en un acto puramente impulsivo. 
Sin embargo la que se sorprende soy yo ya que lo que veo en sus orbes azules no es más que tristeza… y algo más que no alcanzo a describir.

-Tonta. – susurra, paralizándome los vellos de la nuca. - ¿Tú crees… sinceramente tú crees que ya no estás en mi corazón? – añade en voz baja, logrando que mi propio corazón se salte un latido.

¿Es cierto lo que acabé de escuchar? ¿Tal vez estoy en algún tipo de mundo paralelo donde Peeta me sostiene la cara con ternura y me dice que aún me… me quiere?

Pero los ojos fijos de Peeta me taladran y es como si estuvieran viendo mi alma completa, derritiéndola totalmente. Una extraña sensación de dicha se instala en mi pecho, un aleteo como de una mariposa renaciendo… o tal vez recién saliendo de su capullo. Sin embargo no soy capaz de exteriorizar nada, y en vez de eso me quedo tiesa, muy tiesa.

-Jamás Katniss, jamás ese Peeta se ha ido. – sigue con voz firme, al ver ausencia de palabra o movimiento de mi parte. – Admito que quise engañarme un tiempo y pretender que te olvidaba… pero me fue imposible… los recuerdos me agobiaban, tu presencia me aturdía y lo único que logré con ellos fue de algún modo unirme más a ti… ¿es eso lógico? – añadió más para él.
-Pero… tú dijiste… - empecé a hablar en mi estado de sopor.
-Fue estúpido, lo sé, lamento haberte causado algún tipo de dolor. – dice, luciendo arrepentido.
-No sé qué decir… - digo en voz baja después de varios segundos de silencio. Mi mente aún en estado de shock.

Inesperadamente Peeta me toma por lo hombros suavemente y mueve mi cara para que de nuevo lo mire completamente.

-Ahora… ahora no tienes que decir nada, solo… solo… - mueve la cabeza varias veces como buscando las palabras, hasta que lo que sale de sus labios de nuevo me deja paralizada. – Dime si… ¿te gusto? ¿ahora? ¿en tiempo real? – cuestiona, totalmente serio, aunque con un tinte de nerviosismo en su mirada.

Tenerlo tan cerca me abruma de una manera que nunca hubiera podido imaginar, amplificando mis sentidos al máximo. Su toque en mis hombros me quema, su mirada me derrite y su aliento… su aliento que no está tan lejos de mis labios me marea… pero es un agradable mareo.

Sin querer recuerdo los eventos de la previa noche, su boca sobre la mía, mis brazos enlazados alrededor de su cuello y sus manos ajustadas en mi cintura, de una manera suave y cariñosa, pero por sobre todo, haciéndome sentir más segura de lo que me he sentido en muchísimo tiempo…

-Sí, - respondo antes de que mi cerebro conecte con mi boca, pero no me arrepiento, sin pensar, sin reflexionar… es la pura verdad. Una verdad que estaba dispuesta a dejar oculta hasta para mí. Porque… aún así con todo… sigue la pregunta… ¿qué podría yo ofrecer? – Pero eso no…
-Shhh. – replica Peeta sacudiendo firmemente la cabeza, provocando que sus finos cabellos rubios se expandan por su frente. – Es suficiente. – susurra en voz aterciopelada, y con una mirada tan intensa en su bello rostro, una mirada que ahora no me oculta nada, y en la que puedo ver todo por lo que es…

Y entonces me regala una sonrisa tan genuinamente dulce con el toque exacto de timidez ocasionando que una inesperada calidez corra a través de mí…

Calidez que hace que por una vez olvide todo y, simplemente, me deje llevar.

El choque que siento en mi pecho una vez sus labios caen sobre los míos, hace que de alguna forma salga de mi entumecimiento inicial y prácticamente me derrita en sus brazos, fundiéndome en su beso tal como lo hace un metal una vez alcanzado su punto de fusión. Después de lo que parecen eternos pero a la vez maravillosos segundos, Peeta se separa lentamente de mí. Sin embargo su agarre no decrece.

-Simplemente, todo fluye… ¿está bien Katniss? – musita Peeta una vez notó que iba a replicar. – Ahora me iré que quedé de ayudarle a hacer unos traslados al sr Quant, ¿nos veremos más tarde? – me pregunta, con ansiedad palpable en la voz.

Aún sumida en lo que creo una especia de neblina, atino a asentir. Peeta me regala una última de sus cálidas sonrisas, y cuando creo que se irá, vuelve a inclinarse, susurrándome al oído, casi como sintiendo mi inquietud.

-Todo estará bien. – se despide, envolviéndome en un abrazo breve.

Me quedo unos minutos sujeta en el mismo lugar, aún sin creer nada de lo que acaba de pasar. ¿Qué acaba de pasar? En vez de arrancar de raíz toda posibilidad de relación con él, se acaba de sembrar una semilla, una semilla de algo que me llena de esperanza y a la vez de un terrible miedo.

Porque… porque todo lo que toco se destruye.
Y Peeta es lo único que me queda. Y lo único que quiero que perdure por siempre…
Y al final, siempre, siempre, todo lo que quiero es arrebatado de mí. De una forma brutal.

Mi vida en resumen ha sido una serie de eventos en los que así como entran personas, así mismo salen. Así me encariñe con algo o alguien, así mismo lo pierdo. Y no. No estoy dispuesta a que nadie más sufra por mi culpa. Ya no más.

Sin embargo el solo pensamiento de alejar a Peeta me llena de una desolación infinita, que siento como algo simplemente deja de funcionar en mí, porque al fin de cuentas; él es mi único rayo de esperanza…

Así que, ¿estoy dispuesta a ser egoísta por esta vez? ¿Arriesgándome a perderlo en el camino? ¿Arriesgándolo todo? Aún hay muchas dudas y obstáculos que me impiden entregarlo todo pero…

Todo fluye… se escucha el susurro de Peeta en mi cabeza. Llenándola repentinamente de claridad.

-Todo fluye. – replico en voz alta.
Y con eso me convenzo finalmente.



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Después de ese difícil despeje mental, del cual aun así con todo me hace sentir un poco inquieta, me dirijo hacia la panadería-restaurante.

Esperando encontrarme todo solo y apagado, me sorprende entrar directamente y encontrar a Clare en sus trajes de trabajo, con una pañoleta amarilla amarrada en su pelo para evitar que sus cabellos grises le impidan ver mientras sostiene escoba y trapero moviéndose en movimientos precisos tratando de quitar una mancha un poco difícil de sacar de los suelos. Sin decir nada, me quito la chaqueta y me pongo uno de los delantales y me adelanto a tomar el trapeador para dirigirme y asear la zona del restaurante.

-¡Katniss! ¡Oh querida me asustaste! – exclama una azorada Clare una vez recojo en trapero a un lado. – Querida, hoy no era necesario venir… - dice mirándome con una mueca de compasión en el rostro. Seguramente debe asumir lo mal que lo pasé una vez salí prácticamente huyendo ayer del funeral, apenas sosteniendo las lágrimas.
-Tenía ganas de venir y, además quería acompañarte. – respondo un poco a la defensiva. – De todos modos, no esperaba que estuvieras trabajando hoy. – añado, en tono de pregunta.
-¿Y por qué no? El negocio no funciona solo y ya venía necesitando un poco de aseo… - termina, mirando con el ceño fruncio alrededor.
-Pero con lo que pasó asumía que…
-Katniss… - me interrumpe con un tono suave en su voz, colocando su mano en mi hombro. – Sé, y estoy más que segura que a mi George no le gustaría que estuviera volviéndome más vieja y arrugada allá tirada en nuestra cama. Es más, estoy segurísima que lo que quiere que haga hoy es que abra el negocio así sea la parte de la panadería y consiga distraerme un poco con los amigos y clientes. – susurra, con una mirada de ternura en su rostro. – Y sé que para ti tampoco querría lo mismo.

Bajo la mirada algo acongojada ya que lo que pretendía con venir aquí era acompañarla y tal vez brindarle un poco de consuelo. Pero terminé siendo yo la consolada, con sus generosas y valientes palabras. Definitivamente la experiencia hace el más sabio, y el más fuerte. Con una palmadita en mi hombro, se separa y comienza a caminar recogiendo aquí y allá utensilios regados.

-Así que querida, ¿por qué no me ayudas con las mesas quieres? Yo iré a preparar un poco de té; están corriendo unos vientos que ay no… - dice, dirigiéndose hacia la cocina, sin esperar respuesta.

Un poco más animada, paso de mesa en mesa sacudiendo con un trapo restos y polvo. Tan concentrada estaba que no noto que Clare ha regresado, con dos tazas humeantes y se ha sentada en una de las mesas posteriores.

-Katniss, querida se te enfriará el té.

Después de limpiar mis manos, me acerco a la mesa y me siento. Soplo un par de veces la bebida y nos dedicamos a beberla en silencio, cada una perdida en sus pensamientos, hasta que uno en especial me asalta y no puedo evitar soltarlo.

-Clare… ¿por qué tú… por qué ustedes, tú y el sr Ganger… nunca tuvieron hijos? – inquiero, sumamente curiosa, ya que era una pregunta que rondaba mi mente desde tiempo atrás.

Aparentemente sorprendida por mi pregunta, se voltea con su ceño fruncido. -¿Por qué piensas que nunca tuvimos hijos? – pregunta, en un tono algo receloso y… ausente.
-Pues nunca ustedes mencionaron nada, ni tienen fotos… además que una pareja como ustedes se les notaba que hubieran sido unos grandes padres. – respondo por inercia. Recordando la forma en que Clare me peinó aquella vez para la fiesta del cumpleaños de George, con una mirada soñadora y a la vez triste en su rostro. – Perdona si estoy siendo invasiva.
-Oh no querida no te preocupes, como ya he dicho ustedes son parte de nuestra familia y no hay nada que ocultar. – dice, mirándome fijamente, para luego soltar un profundo suspiro. – Nosotros… nosotros sí tuvimos un hijo… hace mucho tiempo.

Un sonrojo ataca mis mejillas con su respuesta. ¿Hace mucho tiempo? Quiere decir que…

-Oh Clare… lo siento… en verdad no… - suelto penosamente.
-¿Qué…? ¿De qué…? Ahh… - luego se ríe un poco. – No querida… no está muerto, al contrario está muy vivo… al menos eso sé. – añade misteriosamente con un alo receloso.
-¿Está vivo? Pero, ¿por qué no está aquí? ¿qué le pasó? – vuelvo a inquirir, ansiosamente.
-Querida eso… es una historia que prefiero olvidar… - dice con un deje de tristeza. – Lamentablemente las cosas no se dieron y todo resultó siendo un fracaso… - añade, con algo de rencor.

Decido que es un delicado tema para tocar ahora, pero que no me rendiré y algún día le preguntaré, sé que me lo contará.

-Bueno, espero que algún día me cuentes… - digo, para finalizar el tema. – Ahora, ¿qué quieres que haga? ¿Lavo los trastes? ¿En qué te ayudo?
-Oh querida eso puede esperar… - musita con una chispa en sus ojos. – Una vieja como yo se entretiene con cosas tan nimias como por qué una chica que ayer estaba hecha nada, hoy está mucho mejor de lo que la he visto en días, hasta me atrevería a decir con un  brillo en sus mejillas, cuyo brillo debo añadir, es un brillo típico de alguien que ha obtenido lo que quiere… - termina, pícaramente.

Definitivamente esta mujer tiene espacio para todo. No se le escapa nada, dice un recoveco interno de mi mente, provocando que baje la mirada avergonzada.

-Así que… alégrame la existencia, querida… ¿Peeta y tú al fin…? – su frase queda a medio terminar porque en ese momento la puerta principal del negocio se abre intempestivamente, mostrando un hombre alto, de rasgos sutiles, como en sus treintas, ropas algo arrugadas, ceño fruncido y sus profundos ojos negros taladrando a Clare.
-Marcus… - susurra Clare, blanca como la cal.

El hombre cierra sus ojos, como degustando ese momento, hasta que los abre de nuevo, con una expresión suave en su mirada.

-Madre.




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fuente: thehungergames.wikia.com

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fuente:los-juegos-del-hambre.wikia.com



Notas: Bueno, eso fue todo mis queridos lectores, no quedó como me hubiera gustado, pero espero haberles transmitido la suficiente emoción :) 

También espero que les haya gustado, opiniones son bienvenidas, pero no necesarias, con tal que me lean soy feliz ;) 

Que pasen un resto de día/noche feliz :D



Y por supuesto, que le suerte esté siempre de vuestro lado