¡¡HELLOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!
HOLA GENTE DEL MUNDO VIRTUAL! AQUÍ ESTOY, POR FIN, DESPUÉS DE MESES, CON UN NUEVO CAPÍTULO DE ESTA HISTORIA QUE AÚN SIGUE EMOCIONÁNDOME ESCRIBIRLA COMO SI FUERA EL PRIMER DÍA :DPARA LOS QUE PENSARON QUE ABANDONARÍA, PUES DÉJENME RECORDARLES: YO NO ABANDONO. NO SOY DE LAS QUE SE RINDEN. ASÍ QUE, AQUÍ ME VEN :)
A MIS ETERNOS LECTORES, UN DISCULPA DE AQUÍ A LA LUNAAAA :( DE VERAS NO QUERÍA QUE PASARA TANTO TIEMPO... COMO DIJE EN UNA ENTRADA ANTERIOR, MI VIDA ESTÁ PASANDO POR UNA CRISIS, Y ESCRIBIR ERA LO ÚLTIMO QUE SE ME VENÍA A LA MENTE, PERO COMO VEN, AQUÍ TRAJE UN NUEVO CAPI, VIENDO QUE, LEER Y ESCRIBIR ME PERMITE SALIR POR UN RATO DE UNA REALIDAD QUE QUISIERA OLVIDAR POR UN RATO.
No sé qué opinen del capi, a lo mejor estoy algo oxidada, pero eso fue lo que salió, recién acabo de terminarlo, hubo partes que no me gustaron del todo, pero no quería permitirme razonarlo tanto y al final arrepentirme y no publicar nada. No es justo para ustedes ni para mí, cuya cabeza me duele de tanto que pensé en lo que escribiría...
En fin, este capítulo tiene una dedicatoria especial...
Para Fatima Vieyra; linda gracias por tu apoyo y tus ánimos para con la historia, espero que el capítulo sea de tu agrado :) un saludo caluroso desde Colombia para ti allá en México :3
Sin más, aquí el capítulo 28...
Ya saben, si no recuerdan de que va la cosa... lean los capis anteriores...
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Canela
y eneldo. Ese olor dulce y suave a la vez me rodea. Y no puedo ni quiero
alejarlo…
Abro mis ojos en busca de ese olor que me tuvo
hipnotizada durante toda la noche. ¿Acaso fue un sueño?
No. Las sábanas desordenadas al lado derecho de mi cama
lo confirman. Un tenue rubor cubre mis mejillas al momento que un balde de
recuerdos cae sobre mi cabeza. Peeta… yo
besándolo… él besándome… besándonos como si no hubiera mañana… Sin embargo
todo rastro de timidez o nerviosismo se esfuma al instante que pienso con más
claridad qué fue lo que pasó…
Oh no.
En un arranque prácticamente me tiré en los brazos de
Peeta, repentinamente deseosa de sentirlo cuando debería haber estado apática a
cualquier tipo de contacto –ya sea físico o mental- debido a la gran carga
emocional que viví ayer. Y no sólo eso, sino que puse en riesgo la ¿buena?
¿Llevadera? ¿Estable? relación que venía llevando con Peeta, teniendo en cuenta
los últimos hechos y actitudes de parte mía con respecto a lo de Grisella. Un
frío me recorre de pies a cabeza al pensar en lo que Peeta debe estar pensando
justo ahora…
Y eso es lo que me aterra más.
¿Se alejará de mí? ¿Pensará que soy una inestable
mental que no puede lidiar con sus emociones? ¿Qué se aprovecha de él y lo
utiliza para su propio beneficio? O peor aún… ¿se arrepentirá?... ¿pensará que
fue un error del viejo Peeta… ese que se supone que debió haber enterrado hace
mucho… el Peeta que no existe, ni me quiere?
Siento una dolorosa punzada en mi pecho.
Lo que me lleva a cuestionarme… ¿me arrepiento yo?
El sólo recordar el sabor de sus labios, el tacto de
sus manos por mis brazos y cintura… esa… ¿pasión? Que se impregnaba en cada
parte del beso… Trago. No.
No me arrepiento. En teoría ha sido la mejor sensación
que he experimentado en mucho tiempo. Una sensación que creí jamás volver a
sentir. No después de que Peeta hubiera sido arrancado de mi lado brutalmente
en los segundos juegos. Ya que lo que sentí se pareció escalofriantemente a lo que
sentí esa noche antes de que todo explotara… esa noche en la arena de la playa.
Junto a Peeta.
Y el pensar que ahora él se arrepiente me cala en lo
profundo del ser. Ya que ahora soy yo la que en este momento lo necesita… a él.
Su piel. Sus labios. Poder tenerlos ese rato para mí me hicieron dar cuenta que
él es el único consuelo, la única luz, ese rayo de esperanza que me saca irremediablemente de ese universo en el que
solo hay soledad… y tristeza. Una lágrima corre por mi mejilla inadvertida.
¡Qué pasa con todas estas lágrimas! ¿En qué momento me volví un cuerpo que al
parecer solo sirve para llorar? Me hace sentir terriblemente débil. Y yo no
quiero ser débil. Pero al parecer el mundo se empeña en desdecirme.
Me recuesto de nuevo en mi almohada con una cantidad de
sentimientos encontrados. A la espera que este nudo en mi estómago se pase.
Reflexiono cada uno de los eventos acontecidos y a la única conclusión que
llego es que todo es un desastre. ¿Cómo enfrentaré a Peeta? ¿Qué le diré? Va a
ser una situación incómoda teniendo en cuenta que él fue quién en un principio
me habló en esa “cena” que ahora veo hace un millón de años luz, de su deseo de
alejarse de mí de un modo… más allá que
amistoso.
Me retuerzo al pensar en esa noche y lo robótico de mi
comportamiento después, pensando que efectivamente él no me quería…
No
te quiere… susurró esa vocecita entrometida en mi mente,
provocándome una estocada en el pecho.
Pienso en él con Grisella… aparte de la posible rabia
que le pueda tener, en el fondo no es una mala chica, y se nota que en verdad
le gusta Peeta, y le puede ofrecer más de lo que yo podría. Porque, seamos
honestos; lo único que podría ofrecerle sería un saco vacío de persona que hace
mucho tiempo dejó de sentir algo más que indiferencia por el mundo y sus
alrededores. Con la sombra de Prim y mi pasado tormentoso acechándome… jamás podría permitirme sentir nada más…
No. No estoy dispuesta a verlo cargar con mis
tormentos, como tampoco estoy dispuesta a que él me atormente con su inminente
rechazo… Aparentaré tranquilidad, cuando por dentro seré un nido de abejas
locas, y como lo responsable que soy, le diré que me disculpe, que estaba fuera
de mí, y que no vería nada de mal en continuar como veníamos. Eso.
Con esto en mente, me paro abruptamente, dispuesta a
salir afuera y enfrentar el mundo con fuerzas renovadas… Fuerzas que no puedo
evitar pensar que obtuve gracias a Peeta… sintiendo una repentina desolación y
un frío recorrer mi cuerpo al recordar que más temprano había abierto los ojos
y él no estaba ahí a mi lado…
…Porque una
pequeña parte de mi mente esperaba fervientemente que fuera así…
Con un peso en mi pecho me baño y me arreglo vagamente,
ya que me había dormido con las ropas del funeral… y este pensamiento me trajo
nuevamente a los eventos de ayer y a todo lo que había pasado antes, llenando
de más carga ese peso instalado en mi pecho. Oh Clare… la dejé sola en un momento donde no debe estarlo.
Bajo las escaleras a paso medio, rogando en mi mente no
ver a Peeta ya que, si bien tenemos que hablar, quiero retrasar el momento lo
más que pueda, porque no soportaría ver su indiferencia o su arrepentimiento en
este momento, no cuando esta carga en mi pecho es lo suficientemente difícil de
llevar.
Entro a la cocina por un vaso de agua fresca pero
apenas llego al marco mi corazón da un vuelco. Peeta. Sentado tranquilamente en
una de las sillas alrededor de la mesa, soplando suavemente una taza de lo que
asumo es chocolate caliente. Se ha cambiado también y al verme aparecer me
dirige una mirada indescifrable.
Un escalofrío me recorre y siento que toda la sangre ha
viajado a mis pies. Trago.
Él parece notar mi repentino nerviosismo y, con una
sonrisa calmante…
-Buenos días, Katniss.
Suelto el aire que inconscientemente contenía y susurro
apenas audible.
-Buenos días.
Decidiendo que es un encuentro que efectivamente no
puedo atrasar, me dirijo con pasos lentos hacia la estufa donde se posa el
recipiente con el chocolate que no se ha enfriado del todo y me sirvo un poco
en una de las tazas azules que están en la alacena superior. Con movimientos
mecánicos me vuelvo hacia él, tomando un respiro profundo, y me siento a su
lado en la mesa. Si voy a hacer esto, lo hare bien y con toda la firmeza que
pueda.
Empiezo a tomar pequeños sorbos para tranquilizarme un
poco y arriesgo una mirada en su dirección. Luce tranquilo, tiene su mirada
fija en un punto muerto frente a él, como si estuviera pensando algo muy
concentrado, casi ignorándome… Pensar
esto me duele, pero a la vez me da más resolución para lo que debo decir. Abro
la boca para empezar pero sorpresivamente, él habla;
-¿Katniss alguna vez tú… alguna vez te gusté? ¿De
verdad? – pregunta, esta vez taladrándome con la mirada.
Me quedo muda, abriendo y cerrando la boca varias veces
de la impresión y de la sorpresividad de su pregunta.
-Yo… - no sé qué responderle. Me pregunto internamente,
¿me gustó antes? ¿En serio? Pasan unos segundos de lucha hasta que la respuesta
viene a mí como una patada en el estómago. Sí. Sí claro que me gustó. Desde
pequeña tal vez… con su aura amable y tranquila, con su agradable sonrisa y sus
cabellos rubios cenizos… sólo que la coraza que me auto-impuse siempre me
impidió ver más allá. Por el miedo. Tapándolo con negación. – Sí. – respondo
antes de detenerme, ¿para qué seguir negándomelo? Si al final me voy a negar lo
más grande. La oportunidad de algún día poder sentir algo más por él… con él.
Pero es lo mejor.
-Pero siempre fui yo el que te persiguió… - añadió más
como para sí mismo. De nuevo perdido en sus pensamientos.
La forma en que lo dice, casi como recriminándose el
haber estado detrás de mí produce que un desazón recorra mi cuerpo. ¿Tan
repulsiva le seré ahora? Dicho pensamiento hace que mis entrañas se revuelvan…
Si… si lo que quiere es liberarse de una vez de mí, ¿para qué seguir
atrasándolo? Él obviamente no quiere nada conmigo… pero ¿quién va a querer algo
conmigo? Después de todo soy Katniss Everdeen, la dura, la apática, la grosera.
-Pues debes estar contento entonces de que ya no tienes
que perseguirme, ¿verdad? – inquiero, mi voz fría sin poder evitarlo. – Después
de todo eres… ¿cómo dijiste? Ah sí… un nuevo Peeta. Uno que ni me quiere ni
quiere tener nada que ver conmigo. – le espeto, amarga; él hace el amago de
hablar pero lo corto. – Déjame decirte que no tienes ninguna obligación. Pues
así como tú no quieres nada conmigo, yo no quiero nada contigo. Sí, eres un
buen amigo, y sí, te respeto y no quiero que nada te pase, pero así como tú
mismo dijiste, el Peeta que una vez me quiso sin restricciones ya no está, y
nunca más volverá, por lo que es mejor que cada quién tome su respectivo lugar
y ande en su camino. – añado ya de pie, ni sé en qué momento me levanté. Peeta
me mira boquiabierto y con un deje de confusión en sus ojos azules, por lo que
continúo. Tengo que zanjar todo aquí y ahora. – No… no quiero tener que
molestarte más con mis torbellinos de acciones y emociones, estoy vacía, Peeta…
y tampoco quiero dañar lo poco de tranquilidad y bondad que queda en ti, como
ya dije, quiero tu bienestar… y ese no estará si permaneces a mi lado. –
susurro suavemente, de nuevo sintiendo el tumulto de lágrimas agolpándose en mi
rostro. – Por lo que será mejor que tratemos de mantener las distancias pero a
la vez conviviendo civilizadamente, después de todo, todo este viaje fue para
la recuperación de ambos – finalizo, bajando la cabeza al suelo.
Sin querer, había expuesto sutilmente todo lo que había
en mi mente, mis recelos y dudas, no pudiendo soportarlo más, y mucho menos
después de ver su expresión al preguntarme si alguna vez me gustó. Sin querer,
lo había liberado completamente de mí, condenándome de paso a una vida donde
sé, todo será de negro.
De repente escucho el chirrido de la silla al correrse,
además de pasos, sus pasos
acercándose a mí… ahogo una exclamación cuando levanta mi cabeza con ambas
manos, tal vez sorprendiéndose de que a pesar que tenía los ojos llenos de
lágrimas, no solté ninguna. ¿Para qué?, en estos momentos tenía que mantenerme
fuerte a como de lugar, sobre todo teniendo en cuenta que prácticamente acababa
de exponer mi corazón en un acto puramente impulsivo.
Sin embargo la que se
sorprende soy yo ya que lo que veo en sus orbes azules no es más que tristeza…
y algo más que no alcanzo a describir.
-Tonta. – susurra, paralizándome los vellos de la nuca.
- ¿Tú crees… sinceramente tú crees que ya no estás en mi corazón? – añade en
voz baja, logrando que mi propio corazón se salte un latido.
¿Es cierto lo que acabé de escuchar? ¿Tal vez estoy en
algún tipo de mundo paralelo donde Peeta me sostiene la cara con ternura y me
dice que aún me… me quiere?
Pero los ojos fijos de Peeta me taladran y es como si
estuvieran viendo mi alma completa, derritiéndola totalmente. Una extraña
sensación de dicha se instala en mi pecho, un aleteo como de una mariposa
renaciendo… o tal vez recién saliendo de su capullo. Sin embargo no soy capaz
de exteriorizar nada, y en vez de eso me quedo tiesa, muy tiesa.
-Jamás Katniss, jamás ese Peeta se ha ido. – sigue con
voz firme, al ver ausencia de palabra o movimiento de mi parte. – Admito que
quise engañarme un tiempo y pretender que te olvidaba… pero me fue imposible…
los recuerdos me agobiaban, tu presencia me aturdía y lo único que logré con
ellos fue de algún modo unirme más a ti… ¿es eso lógico? – añadió más para él.
-Pero… tú dijiste… - empecé a hablar en mi estado de
sopor.
-Fue estúpido, lo sé, lamento haberte causado algún
tipo de dolor. – dice, luciendo arrepentido.
-No sé qué decir… - digo en voz baja después de varios
segundos de silencio. Mi mente aún en estado de shock.
Inesperadamente Peeta me toma por lo hombros suavemente
y mueve mi cara para que de nuevo lo mire completamente.
-Ahora… ahora no tienes que decir nada, solo… solo… -
mueve la cabeza varias veces como buscando las palabras, hasta que lo que sale
de sus labios de nuevo me deja paralizada. – Dime si… ¿te gusto? ¿ahora? ¿en
tiempo real? – cuestiona, totalmente serio, aunque con un tinte de nerviosismo
en su mirada.
Tenerlo tan cerca me abruma de una manera que nunca
hubiera podido imaginar, amplificando mis sentidos al máximo. Su toque en mis
hombros me quema, su mirada me derrite y su aliento… su aliento que no está tan
lejos de mis labios me marea… pero es un agradable mareo.
Sin querer recuerdo los eventos de la previa noche, su
boca sobre la mía, mis brazos enlazados alrededor de su cuello y sus manos
ajustadas en mi cintura, de una manera suave y cariñosa, pero por sobre todo,
haciéndome sentir más segura de lo que me he sentido en muchísimo tiempo…
-Sí, - respondo antes de que mi cerebro conecte con mi
boca, pero no me arrepiento, sin pensar, sin reflexionar… es la pura verdad.
Una verdad que estaba dispuesta a dejar oculta hasta para mí. Porque… aún así
con todo… sigue la pregunta… ¿qué podría yo ofrecer? – Pero eso no…
-Shhh. – replica Peeta sacudiendo firmemente la cabeza,
provocando que sus finos cabellos rubios se expandan por su frente. – Es
suficiente. – susurra en voz aterciopelada, y con una mirada tan intensa en su
bello rostro, una mirada que ahora no me oculta nada, y en la que puedo ver
todo por lo que es…
Y entonces me regala una sonrisa tan genuinamente dulce
con el toque exacto de timidez ocasionando que una inesperada calidez corra a
través de mí…
Calidez que hace que por una vez olvide todo y,
simplemente, me deje llevar.
El choque que siento en mi pecho una vez sus labios
caen sobre los míos, hace que de alguna forma salga de mi entumecimiento
inicial y prácticamente me derrita en sus brazos, fundiéndome en su beso tal
como lo hace un metal una vez alcanzado su punto de fusión. Después de lo que
parecen eternos pero a la vez maravillosos segundos, Peeta se separa lentamente
de mí. Sin embargo su agarre no decrece.
-Simplemente, todo fluye… ¿está bien Katniss? – musita
Peeta una vez notó que iba a replicar. – Ahora me iré que quedé de ayudarle a
hacer unos traslados al sr Quant, ¿nos veremos más tarde? – me pregunta, con
ansiedad palpable en la voz.
Aún sumida en lo que creo una especia de neblina, atino
a asentir. Peeta me regala una última de sus cálidas sonrisas, y cuando creo
que se irá, vuelve a inclinarse, susurrándome al oído, casi como sintiendo mi
inquietud.
-Todo estará bien. – se despide, envolviéndome en un
abrazo breve.
Me quedo unos minutos sujeta en el mismo lugar, aún sin
creer nada de lo que acaba de pasar. ¿Qué acaba de pasar? En vez de arrancar de
raíz toda posibilidad de relación con él, se acaba de sembrar una semilla, una
semilla de algo que me llena de esperanza
y a la vez de un terrible miedo.
Porque… porque todo lo que toco se destruye.
Y Peeta es lo único que me queda. Y lo único que quiero
que perdure por siempre…
Y al final, siempre, siempre, todo lo que quiero es
arrebatado de mí. De una forma brutal.
Mi vida en resumen ha sido una serie de eventos en los
que así como entran personas, así mismo salen. Así me encariñe con algo o
alguien, así mismo lo pierdo. Y no. No estoy dispuesta a que nadie más sufra
por mi culpa. Ya no más.
Sin embargo el solo pensamiento de alejar a Peeta me
llena de una desolación infinita, que siento como algo simplemente deja de
funcionar en mí, porque al fin de cuentas; él es mi único rayo de esperanza…
Así que, ¿estoy dispuesta a ser egoísta por esta vez? ¿Arriesgándome
a perderlo en el camino? ¿Arriesgándolo todo? Aún hay muchas dudas y obstáculos
que me impiden entregarlo todo pero…
Todo
fluye… se escucha el susurro de Peeta en mi cabeza. Llenándola
repentinamente de claridad.
-Todo fluye. – replico en voz alta.
Y con eso me convenzo finalmente.
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Después de ese difícil despeje mental, del cual aun así
con todo me hace sentir un poco inquieta, me dirijo hacia la
panadería-restaurante.
Esperando encontrarme todo solo y apagado, me sorprende
entrar directamente y encontrar a Clare en sus trajes de trabajo, con una
pañoleta amarilla amarrada en su pelo para evitar que sus cabellos grises le
impidan ver mientras sostiene escoba y trapero moviéndose en movimientos
precisos tratando de quitar una mancha un poco difícil de sacar de los suelos.
Sin decir nada, me quito la chaqueta y me pongo uno de los delantales y me
adelanto a tomar el trapeador para dirigirme y asear la zona del restaurante.
-¡Katniss! ¡Oh querida me asustaste! – exclama una
azorada Clare una vez recojo en trapero a un lado. – Querida, hoy no era
necesario venir… - dice mirándome con una mueca de compasión en el rostro.
Seguramente debe asumir lo mal que lo pasé una vez salí prácticamente huyendo
ayer del funeral, apenas sosteniendo las lágrimas.
-Tenía ganas de venir y, además quería acompañarte. –
respondo un poco a la defensiva. – De todos modos, no esperaba que estuvieras
trabajando hoy. – añado, en tono de pregunta.
-¿Y por qué no? El negocio no funciona solo y ya venía
necesitando un poco de aseo… - termina, mirando con el ceño fruncio alrededor.
-Pero con lo que pasó asumía que…
-Katniss… - me interrumpe con un tono suave en su voz,
colocando su mano en mi hombro. – Sé, y estoy más que segura que a mi George no
le gustaría que estuviera volviéndome más vieja y arrugada allá tirada en
nuestra cama. Es más, estoy segurísima que lo que quiere que haga hoy es que abra
el negocio así sea la parte de la panadería y consiga distraerme un poco con
los amigos y clientes. – susurra, con una mirada de ternura en su rostro. – Y sé
que para ti tampoco querría lo mismo.
Bajo la mirada algo acongojada ya que lo que pretendía
con venir aquí era acompañarla y tal vez brindarle un poco de consuelo. Pero
terminé siendo yo la consolada, con sus generosas y valientes palabras.
Definitivamente la experiencia hace el más sabio, y el más fuerte. Con una
palmadita en mi hombro, se separa y comienza a caminar recogiendo aquí y allá
utensilios regados.
-Así que querida, ¿por qué no me ayudas con las mesas
quieres? Yo iré a preparar un poco de té; están corriendo unos vientos que ay
no… - dice, dirigiéndose hacia la cocina, sin esperar respuesta.
Un poco más animada, paso de mesa en mesa sacudiendo
con un trapo restos y polvo. Tan concentrada estaba que no noto que Clare ha
regresado, con dos tazas humeantes y se ha sentada en una de las mesas
posteriores.
-Katniss, querida se te enfriará el té.
Después de limpiar mis manos, me acerco a la mesa y me
siento. Soplo un par de veces la bebida y nos dedicamos a beberla en silencio,
cada una perdida en sus pensamientos, hasta que uno en especial me asalta y no
puedo evitar soltarlo.
-Clare… ¿por qué tú… por qué ustedes, tú y el sr Ganger…
nunca tuvieron hijos? – inquiero, sumamente curiosa, ya que era una pregunta
que rondaba mi mente desde tiempo atrás.
Aparentemente sorprendida por mi pregunta, se voltea
con su ceño fruncido. -¿Por qué piensas que nunca tuvimos hijos? – pregunta, en
un tono algo receloso y… ausente.
-Pues nunca ustedes mencionaron nada, ni tienen fotos…
además que una pareja como ustedes se les notaba que hubieran sido unos grandes
padres. – respondo por inercia. Recordando la forma en que Clare me peinó aquella
vez para la fiesta del cumpleaños de George, con una mirada soñadora y a la vez
triste en su rostro. – Perdona si estoy siendo invasiva.
-Oh no querida no te preocupes, como ya he dicho ustedes
son parte de nuestra familia y no hay nada que ocultar. – dice, mirándome
fijamente, para luego soltar un profundo suspiro. – Nosotros… nosotros sí
tuvimos un hijo… hace mucho tiempo.
Un sonrojo ataca mis mejillas con su respuesta. ¿Hace mucho tiempo? Quiere decir que…
-Oh Clare… lo siento… en verdad no… - suelto penosamente.
-¿Qué…? ¿De qué…? Ahh… - luego se ríe un poco. – No querida…
no está muerto, al contrario está muy vivo… al menos eso sé. – añade misteriosamente
con un alo receloso.
-¿Está vivo? Pero, ¿por qué no está aquí? ¿qué le pasó?
– vuelvo a inquirir, ansiosamente.
-Querida eso… es una historia que prefiero olvidar… -
dice con un deje de tristeza. – Lamentablemente las cosas no se dieron y todo
resultó siendo un fracaso… - añade, con algo de rencor.
Decido que es un delicado tema para tocar ahora, pero
que no me rendiré y algún día le preguntaré, sé que me lo contará.
-Bueno, espero que algún día me cuentes… - digo, para
finalizar el tema. – Ahora, ¿qué quieres que haga? ¿Lavo los trastes? ¿En qué
te ayudo?
-Oh querida eso puede esperar… - musita con una chispa
en sus ojos. – Una vieja como yo se entretiene con cosas tan nimias como por
qué una chica que ayer estaba hecha nada, hoy está mucho mejor de lo que la he
visto en días, hasta me atrevería a decir con un brillo en sus mejillas, cuyo brillo debo
añadir, es un brillo típico de alguien que ha obtenido lo que quiere… -
termina, pícaramente.
Definitivamente esta mujer tiene espacio para todo. No
se le escapa nada, dice un recoveco interno de mi mente, provocando que baje la
mirada avergonzada.
-Así que… alégrame la existencia, querida… ¿Peeta y tú
al fin…? – su frase queda a medio terminar porque en ese momento la puerta
principal del negocio se abre intempestivamente, mostrando un hombre alto, de
rasgos sutiles, como en sus treintas, ropas algo arrugadas, ceño fruncido y sus
profundos ojos negros taladrando a Clare.
-Marcus… - susurra Clare, blanca como la cal.
El hombre cierra sus ojos, como degustando ese momento,
hasta que los abre de nuevo, con una expresión suave en su mirada.
-Madre.
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fuente: thehungergames.wikia.com
fuente:los-juegos-del-hambre.wikia.com
Notas: Bueno, eso fue todo mis queridos lectores, no quedó como me hubiera gustado, pero espero haberles transmitido la suficiente emoción :)
También espero que les haya gustado, opiniones son bienvenidas, pero no necesarias, con tal que me lean soy feliz ;)
Que pasen un resto de día/noche feliz :D
Y por supuesto, que le suerte esté siempre de vuestro lado
Hola Carolina, no sabes cuanto me alegra leerte de nuevo, después de tantos meses, y más aún cuando descubrí que me has dedicado el capítulo, y sobre todo uno tan especial, tierno, importante y hermoso, muchas gracias; me permites decirte que a mí me gustó mucho el capítulo, de verdad, y más los diálogos de Peeta, preguntándole si alguna vez le había gustado, eso me mató de ternura y luego cuando le dijo tonta, aww, en fin durante todo el capítulo mantuve una de las más grandes sonrisas, parecía loca, jejejeje, te mando muchos saludos, desde México, hasta Colombia, espero leerte muy pronto, Saludos, Cuídate mucho, que estés bien.
ResponderEliminarHola Fatima!A mi me alegra mucho en verdad que lo hayas leído. Me costó un poco pero si a todos mis lectores les ha gustado, entonces me honran :)
EliminarMuchismas gracias por tu lindo comentario, me alegra un monton que hayas sonreido tanto, y espero que sigas asi de pendiente y atenta como siempre lo has sido :3
Cuidate tú, nos estamos leyendo!
Hola Carolina, no sabes cuanto me alegra leerte de nuevo, después de tantos meses, y más aún cuando descubrí que me has dedicado el capítulo, y sobre todo uno tan especial, tierno, importante y hermoso, muchas gracias; me permites decirte que a mí me gustó mucho el capítulo, de verdad, y más los diálogos de Peeta, preguntándole si alguna vez le había gustado, eso me mató de ternura y luego cuando le dijo tonta, aww, en fin durante todo el capítulo mantuve una de las más grandes sonrisas, parecía loca, jejejeje, te mando muchos saludos, desde México, hasta Colombia, espero leerte muy pronto, Saludos, Cuídate mucho, que estés bien.
ResponderEliminarhoal caolina, ucchas gracias por el cpitulo y por sacar tiempo para publicar en verdad. Amo esta historia y mcho mas en la forma en ue la cuentas, tienes mucho talento, lo dio en verdad, susanne collins que se cuide, que es casi igual, a ella, me encanta.
ResponderEliminarOooooh Juanaaaaaa
EliminarMUCHAS GRACIAS POR TUS HERMOSAS PALABRAS!!!
que me comparen con Collins no pasa todos los días... jaja y aunque sé que no estoy ni más ni menos a su altura, ella es la maestra en nuestra trilogia favorita, me emociona mucho que te guste tanto mi escrito.
En verdad, gracias por la espera y por estar ahí, lectores como tú valen mucho!
Que tengas un lindo dia/noche linda!!!