lunes, 22 de septiembre de 2014

Chapter 12

Hola lectores! sorry por traerles el capi un poquito tarde ya que dije lo traería antes de que acabara la semana pero una serie de sucesos me lo impidieron :/ sin embargo espero que el capi valga la espera u.u igualmente, espero que les guste y comenten. :)






Me encuentro sentada en una de las bancas mugrientas de la estación de tren del Distrito.

Sí, Peeta al final y después de una semana accedió a hacer estas pequeñas ´vacaciones’, sospecho que más por mí que por él. Ahora se encuentra en taquilla reclamando los tiquetes, vestido con un abrigo de piel que lo protege del repentino viento frío que está corriendo. Estos días hemos pasado prácticamente todo el tiempo juntos, acompañándonos en nuestras respectivas actividades o enfrascados en conversaciones triviales. Es raro…, después de todo lo que pasamos, encontrarnos así, sin preocuparnos por sobrevivir o por salvar la vida del otro… Tomo un largo respiro relajándome y tratando de ignorar las miradas curiosas que me llegan. Guardé todo lo que necesitaba en mi maleta, lo cual consiste en un par de pantalones, camisas y medias en su mayoría ya que sé que no utilizaré mucho. Después de unos minutos la voz de Peeta interrumpe mis vacíos pensamientos.

-En unos minutos llega el tren, ¿quieres que te compre algo para el camino?
-No, gracias. Solo son unas horas ¿no?, el Distrito 7 no está tan lejos.
-Pues no, pero tal vez te dé sed o algo…, espérame ya vengo.- sale disparado a una de las tienditas de los alrededores y él sí que ignora solemnemente a los que se le quedan mirando. Es adorable lo tanto que se preocupa por mí, tenerlo a mi lado definitivamente me ha ayudado a salir de mi desolación y tristeza… Mientras espero me prometo mentalmente nunca dejarlo ir.

El tren arrima justo cuando Peeta llega a mi lado con una bolsa en sus manos y una brillante sonrisa en sus labios. Recojo mi pequeña maleta y me inclino para recoger la suya al mismo tiempo que él por lo que nuestras manos chocan; y en el intento de levantarme para que él la recoja por fin, lo volvemos a hacer al mismo tiempo y esta vez son nuestras narices las que se rozan. Dejo escapar una risilla nerviosa y él sólo sonríe, como complacido.



-Tranquila yo lo llevo.- me indica para que avance y yo lo hago algo ofuscada después de tal interacción.

En la puerta de entrada Peeta le entrega los tiquetes al ayudante y al poner un pie en el escalón me paralizo.
Es como si todo se repitiera de nuevo. Yo, subiendo al tren que me llevará directo al matadero. De nuevo mi mente jugándome una mala pasada. Trato de retroceder pero Peeta ya está detrás de mí impidiéndome la salida.

-Katniss, Katniss… Ya nada de eso existe.- me susurra al oído. Nada de eso existe. Nada de eso existe. Nada de eso existe. Repito esas palabras en mi mente como una especie de mantra, sorprendida al darme cuenta de lo mucho que Peeta me conoce que hasta sin verme puede ver cuando algo anda mal.- Todo estará bien, estoy aquí.

Después de varios segundos me adentro un poco al tren y descubro que no es ostentoso ni mucho menos, todo lo contrario a esos trenes del Capitolio. Con vagones pequeños, pocos pasillos, las paredes de colores marrones y tonos oscuros, las ventanas un poco rígidas, todo algo austero pero con un ambiente acogedor. Sí, el tren es soportable, será un viaje soportable.
Nos acomodamos en una casilla que tiene dos pequeños mullidos sillones, uno frente al otro, cada uno con vista a la ventana. Me coloco pegada a esta y Peeta se sienta justo a mi lado, después de haber acomodado las maletas en la parte de arriba.

-¿Cómo estás?- pregunta, tomándome de la mano.
-Bien sí, no te preocupes, ¿y tú?
-Solo lo estaré cuando tú lo estés.- responde mirándome serio.
-Sí, Peeta estoy bien.- contesto quitando su agarre de mi mano.- Es solo que…, no esperaba montarme en un tren tan pronto.
-Yo tampoco…, no son bueno recuerdos… Sin embargo para eso es este viaje, para tratar de olvidar.
-Tratar…-suspiro mirando un punto indefinido.
-Quiero que sepas que haré todo lo que esté a mi alcance para que este receso sea lo más ameno posible para los dos. Como dijo el doctor, sólo debemos relajarnos y no pensar en nada.
-Lo sé, yo también haré todo lo que pueda.

Me quedo mirando el horizonte y el cielo plagado de estrellas, no había viaje de día por lo que tuvimos que viajar de noche, estaremos llegando alrededor de las 4 o las 5 a nuestro destino. Después de un largo rato en silencio, lentamente me recuesto en su hombro creyendo que está dormido por lo que me sorprendo un poco cuando envuelve su brazo a mi alrededor. Los ruidos de conversaciones han disminuido conforme avanza la noche así que cuando hablo, lo hago susurrando.

-¿Cómo supiste que me encontraba mal en cuanto ingresé al tren?
-No sé… Es como algo natural, sé cuándo algo te pasa, cuando algo está mal.- dice él igualmente susurrando.
-Me conoces tanto…, y siento que yo no alcanzo a llegar a donde tú llegas a conocerme.
-No te conozco tanto… A veces no sé qué piensas, te cierras y me es imposible ver algo.
-No, Peeta. Creo que me conoces más que yo a mí misma… ¿me ayudarías a intentar conocerme?- Sé que es algo ridículo hablar de esto, el sueño ya me tiene en sus tentáculos pero es un momento tan íntimo que no iba a ser capaz de estropearlo con cualquier torpeza que salga de mi boca.
-Yo creo que sí que te conoces… Sólo debes…, encontrarte a ti misma.
-Yo… me encuentro es a tu lado…- oigo que sale de mis labios, sin embargo mis párpados no me dan tiempo a analizar lo dicho ya que caigo profundamente dormida.






Cuando despierto, Peeta está perdido mirando por la ventana. Noto las mantas sobre mis hombros y una almohada en mi cabeza la cual no recuerdo haber puesto. Sigue estando oscuro, pero asumo que son a lo mucho las 2 o 3 de la mañana. Hay un resquicio de luz que se cuela por la pequeña puertecita gris del compartimiento lo cual me permite ver las arrugas de su frente, está sumido en sus pensamientos.

-¿Por qué te pasaste a ese lado?- mi voz sale ronca.
-¡Katniss!- pega un salto.- Pensé que estabas dormida.- dice pasándose las manos por el pelo.
-Lo estaba. ¿Qué haces?- me levanto con mucho esfuerzo ya que estar en la misma posición me entumeció de pies a cabeza y me sitúo a su lado.
-Sólo estaba mirando por la ventana.
-Sí. Claro. Algo te conozco. ¿Qué estabas pensando?
-En ti.- responde sin tapujos todavía mirando por la ventana.
Siento un leve cosquilleo en mi espalda al oírle decir eso pero lo ignoro.
-¿Era algo malo?
-No, nada de eso. Sólo que no quiero que te pase nada. Nunca más.- responde algo alterado. Tomo su barbilla y lo obligo a mirarme.
-Peeta… No me pasará nada. Estamos aquí, y sé que contigo a mi lado no pasará nada. Ni a ti ni a mí.- digo con firmeza, porque es cierto.
-¿Cómo estás tan segura?
-Porque nos tenemos a los dos.- respondo en voz tan baja que no sé si me oyó.

De repente me estrecha en sus brazos tan fuertemente y con tanta ansia y fervor  que yo simplemente no me he podido sentir más cómoda, segura, aliviada  y feliz, en ningún otro lugar.












Notas: Sé que estuvo un poco corto pero puse todo mi empeño para que me saliera emotivo para nuestros amantes trágicos c: jaja no hablé casi sobre el distrito 7 ya que en el siguiente capitulo estará explicado todo
Sin más espero que les haya gustado y pues comenten cualquier cosa:)


Y que la suerte esté siempre de su lado.



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