Tal vez
exagero un poco, puesto que yo antes he estado de noche en el bosque… Sólo que
estaba con Gale, teníamos luz con qué ver a nuestro alrededor, armas y sabíamos
dónde nos encontrábamos. Recuerdo que traíamos algunas mantas y nos
acurrucábamos bebiendo una taza de infusión a esperar el amanecer para ponernos
a cazar. Pero esto es totalmente distinto. Estoy sola, desarmada, a oscuras,
sin nada que cubrirme, y tengo los nervios tan destrozados por todo el llanto,
así que no confío en mis instintos como cazadora. Sabía que era peligroso tomar
una ruta desconocida, pero aun así lo hice…, de algún modo era como si me
llamara, para estar aquí directamente, poder desahogarme y derramar todas las
lágrimas que quisiera.
Miro
alrededor para ver si localizo alguna señal, para ver si recuerdo por dónde
vine. Es inútil. Un viento demasiado frío hace que me tiemble todo el cuerpo y
de repente temo que algún oso, perro salvaje o cualquier animal rabioso se
aparezca ante mí; por lo que camino unos pasos en busca de algún arbusto lo
suficientemente grande detrás de unos robles que puedan cubrirme.
Definitivamente el bosque de noche resulta tenebroso, cualquier movimiento
puede representar algo tan inofensivo como una rama rota, o lo contrario total
de eso, un animal hambriento en busca de tu propia carne. Qué estúpida fui,
tuve que haber dejado el arco y las flechas en el punto de encuentro con Gale,
debí haberlas traído.
Me recuesto en el tronco del árbol que encontré, no
teniendo más opción que esperar a que aclare un poco para que pueda retomar mi
camino, tal vez con algo de luz, encuentre el camino que tomé para llegar hasta
aquí. Mis pensamientos me arrastran hasta mis días en la primera arena…, es
irónico, allá por lo menos tenía elementos con que mantenerme a salvo, el cubo
de plástico, el tarrito de yodo, un saco para dormir…
Cuando mis
párpados se estaban cerrando, veo a lo lejos, un punto luminoso… Es demasiado
pequeño, lo que significa que está a muchos metros, pero sé de inmediato que
alguien debe estar aquí, ¿buscándome?, lo que sea, pero cualquier signo de que
puedo salir es mejor que quedarme escondida entre unos arbustos a esperar con
este frío a que amanezca. Así que salgo de mi escondite en busca de aquella
luz. Cuando me meto entre la maleza, escucho un siseo…, al principio es leve
pero con cada paso que doy se escucha más y más; resultando tan conocido…
-¡No!-se escucha un grito y creo que fue el mío; así que cierro los ojos y
cuando los abro ya no estoy en el bosque sino en los túneles subterráneos del
Capitolio, junto con mi pelotón, huímos de los horrorosos mutos, luego cuando
estamos a punto de salir a la superficie, veo como esos asquerosos animales se
llevan a Finnick, Homes… ¡No!- grito, y ésta vez lo hice más fuerte al sentir
las garras de los mutos sobre mí.
-Ya, ya,
tranquila. No pasa nada.- el muto me habla y pienso que qué está esperando para
despedazarme, por qué me dice que me tranquilice, si lo menos que yo puedo
estar de todo es tranquila.- No pasa nada, no pasa nada, shhh…- me sigue
hablando y…, espera, me está hablando?. Es entonces cuando descubro que no son
garras lo que me sostienen sino brazos…
Abro mis
ojos lentamente, adaptándome a la tenue luz que me rodea y me sorprende ver que
estoy medio tirada, medio sentada en el suelo, estoy agitada y tiemblo. Escucho
voces provenientes de mi alrededor y en mi inspección, vuelvo a escuchar la voz
de la persona que me habló primero, sintiéndome repentinamente aliviada.
-Todo vá
bien, todo está bien, no pasa nada, estás segura aquí…- ‘es que en tus brazos
me siento segura’ quiero decir, pero todo lo que me sale es:-Qué haces aquí?-.
-¡Por favor,
Katniss!- exclama una voz distinta a la de Peeta, y me sorprende ver lo fuerte
que es. Es Haymitch.- ¿Que qué hacemos aquí?, ¡estábamos buscándote! ¡Ya te
dábamos por muerta! ¡No sé lo que le hubiera dicho a tu madre!- ruge. La
mención de mi madre hace que baje mi cabeza y sienta una punzada de
culpabilidad en el pecho, ya que no he respondido a ninguna de sus cartas. Me
sorprende no escuchar en su voz rastro de embriaguez.
-Fui a tu
casa ésta tarde y no te encontré, supuse que estabas en el bosque y me devolví,
pero cuando anochece, Peeta llega a mi casa preguntándome por ti.- dice una
tercera voz. Alzo la vista y me doy cuenta que es Sae.- Nos preocupamos ya que
era muy tarde, y el bosque no es buen lugar para estar de noche así que salimos
a buscarte, o al menos encontrar alguna pista concreta de tu paradero. Fue
suerte que nos hayamos encontrado con Thom.
Thom, trato
de recordar su nombre hasta que veo su rostro junto a Sae y me acuerdo que es
uno de los que trabajaban en la mina, además de uno de los que se salvaron de
las bombas que acabaron con el distrito.
-Te vi
entrar al bosque, pero no te vi salir…, así que cuando voy de camino a casa me
encuentro con Peeta y Sae, así que aprovecho la oportunidad para comentarles lo
que vi, por si acaso- dice Thom.
-Yo…-
comienzo a decir pero se me rompe la voz, así que toso para disimularlo.- Lo
siento… Solo buscaba arbustos con frutos y… me perdí. Aprecio que me hayan
buscado.-concluyo.
-Estábamos
muy preocupados.- me dice Peeta en voz baja. Levanto la mirada para ver sus
ojos, y me da un no sé qué, al verlos tan angustiados.
-En fin…
¿Cómo acabaste perdida?, tú conoces este bosque más que ninguno de nosotros, y
además dejaste abandonado tu arco y tus flechas.- dice Haymitch, esto último
alzando su brazo y dejando ver en su mano mi arco y mis flechas.
-Creo que es
suficiente, Haymitch. - interrumpe Peeta, con voz dura.- Debemos llevarla a su
casa, es peligroso estar aquí a estas horas, y está corriendo un viento muy
frío.
Todos
asienten, y Peeta me ayuda a levantarme lentamente; sabe que estoy débil así
que me ofrece su brazo para poder apoyarme, el cual acepto. Comenzamos a
movernos siendo Thom el que va delante sosteniendo la lámpara, Peeta y yo vamos
en la parte del medio, procurando no caernos ya que sigue estando oscuro y el
terreno no muy estable, y Haymitch y Sae van detrás, cuidando de nuestras
espaldas. Escucho levemente que Haymitch menciona que necesita un trago, <ya
se estaba tardando>, responde mi mente, pero las palabras no llegan a mi
boca.
Llegamos al
punto que separa el bosque del distrito, rodeamos el gran hoyo que hay en la
pradera y es cuando Thom se despide de todos, llevándose consigo la lámpara;
igual ya no es necesaria porque con las luces del distrito nos es suficiente.
Sae se
ofrece a acompañarnos hasta la casa, ya que quiere asegurarse de dejarme en un
lugar seguro. Así que cuando llegamos a la Aldea de los Vencedores, Haymitch se
dirige a su casa y Sae nos deja a Peeta y a mí en la puerta de mi casa,
haciendo que Peeta se comprometa con mi bienestar, no hago caso a su comentario
ya que el olor a pan que sale por la ventana me distrae… Sae se despide y yo
murmuro un gracias el cual ella corresponde con una sonrisa.
Peeta y yo
entramos a mi casa, cruzamos el pasillo y me lleva directamente a la cocina.
-Cuando vine
a media tarde, te traje estos panes-. Dice cuando pasa el umbral y me muestra
la caja de color amarillo llena de esos bollos de queso que tanto me gustan.-
Supongo que tienes hambre, o no?
-Sí, muchas
gracias Peeta, por acompañarme y preocuparte por mí.- respondo, caminando hasta llegar a la mesa y sentándome en una de las sillas alrededor. Me quedo
observándolo mientras corta el pan y coloca todos los trozos juntos dentro de
una taza que estaba en la encimera.
-En
realidad, no hay ningún problema con eso.- dice moviendo las comisuras de sus
labios en un amago de sonrisa.- Pero, Katniss… ¿por qué te perdiste? Haymitch
tiene razón, tú conoces el bosque mejor que cualquiera.
Me quedo
pensando en cómo llegué a tales extremos y entonces recuerdo todo… Un suspiro
se me escapa sin poder detenerlo…
-No tienes
que contarme, si eso te pone mal, tranquila.- dice Peeta, en tono
condescendiente.
-Tenías
razón… Sobre las prímulas…,-traté de mencionar el nombre normalmente.- hay
muchas en el bosque, nunca me había fijado en realidad, o tal vez nunca las
busqué, el caso es que usé un camino que desconocía y mientras recorría los
tramos, las encontré.
Creo que he
sonado indiferente, sin embargo Peeta se da la vuelta y me abraza
inesperadamente; obvio que me toma por sorpresa, e intento apartarlo, pero la
verdad es que su abrazo es tan reconfortante que recuesto mi cabeza en su
pecho.
-Katniss… yo
nunca pude decirte que…, lo siento… Por ella.- susurra.
-Por favor,
Peeta… Ya no digas más…- respondo con la voz rota ya al borde del llanto.- En
verdad que es…, solo..., insoportable.
Entonces me
aprieta más contra él, y casi puedo sentir su tristeza, junto con la mía,
consolándonos el uno al otro…, compartiendo el calor.
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