martes, 18 de marzo de 2014

Chapter 1



La oscuridad lo es todo. La noche llegó, otra vez, y con ella el frío y la sensación de soledad que me acompaña todos los instantes del día, sólo que en la noche es como si esa sensación se intensificara aún más; trayéndome recuerdos dolorosos que me parten el corazón haciéndolo trizas… A veces pienso que es imposible que el corazón se me rompa cada momento, pero cada vez que pasa es como si se hundiera en lo más profundo de mi ser y al momento en el que el dolor no fuera lo suficientemente fuerte, se regenerara de alguna forma y empezara a vivir… Sólo para tener que encontrarse con el recuerdo mucho peor que el anterior y volver a destruirse de nuevo. Es como una serie en cadena, repetitiva y constante.
De alguna forma consigo despejar mi mente y concentrarme solo en respirar, escuchando las suaves exhalaciones de mis pulmones y dejándome llevar por este pequeño espacio que tengo de tranquilidad…
Me despierto sobresaltada, con un frío que me cala hasta los huesos y en eso me doy cuenta de que el fuego de la chimenea se ha apagado. Con mucho esfuerzo me paro y cojo unos cuantos trozos de leña que ha traído Sae la Grasienta, los aviento al hueco de la chimenea, luego consigo un fuelle que estaba en la repisa y comienzo a avivar el fuego. No me doy cuenta que las llamas se encienden hasta que llegan a tal punto de rozarme las manos con sus tentáculos, llenándome de un ardor demasiado conocido… Un sollozo medio grito se escapa de mi boca haciendo todo mi cuerpo temblar, obligándome a apartar las manos de las odiosas llamas. Al ver mis manos teñidas de un sutil color rojizo, mi mente comienza  a arrojarme recuerdos demasiado vívidos de los últimos momentos de la guerra de la que fui testigo; fuego por todos lados…, boom boom boom, en un momento mi patito, mi pequeña hermanita con sus dos trenzas una a cada lado de su cabeza estaba allí…, sin pensar en absolutamente nada más que en ayudar a los niños a su alrededor, tan pequeña e inocente,  cuando de repente se ve envuelta en llamas; recuerdo gritos y más gritos, sé que ella me vió, dijo mi nombre -<Katniss>. Debí haber sido más rápida, a solo unos cuantos pasos pero…, ya era demasiado tarde. No sé en qué momento regresé a la realidad, solo sé que estoy tumbada en el suelo acurrucada, escondiéndome de los recuerdos, de los temores, de todo. Cuando abro los ojos, noto que mis lágrimas se han secado y que ya es de mañana. Me quedo donde estoy con mis manos metidas debajo de mis brazos para tratar de calmar el ardor que aún siento.

Escucho el sonido de una puerta abrirse y sé que es Sae ya que nadie más entra en esta casa, a excepción de Haymitch tal vez, pero no le visto desde que llegué asi que es como si no contara. Al entrar en la cocina me ve sentada en el suelo y no en la silla que tenía acostumbrada para ponerme en ese sitio en específico al frente de la chimenea.
-¡Katniss! ¡Pero qué haces tirada ahí en el suelo! Ven déjame ayudarte a levantarte- dice Sae mientras se agacha para cogerme del brazo y levantarme.
-No es nada.- respondo secamente.
Al pararme me siento en una de las sillas ubicadas alrededor de la mesa, a la espera de que Sae prepare el desayuno, pero entonces es cuando se dá cuenta de mis manos y mis parches rojos en la manos.
-Pero Katniss qué ha pasa… -es cuando cae en cuenta de la expresión de mi rostro- Umm ya sé que no me dirás… Mejor voy por la reserva de primeros auxilios.-dice y se va directo a la habitación contigua que es donde están.
Me quedo mirando fijamente la hornilla donde Sae cocina y de repente mis ojos se van a la repisa y vislumbran una canasta con panecillos… la imagen sólo me lleva a una persona, trayéndome sentimientos de tristeza y sí, añoranza. Me pregunto dónde estará, si estará bien y en un lugar mejor muy lejos; lejos de… mí. Es lo mejor, pienso, él debe alejarse y no estar cerca de una persona que puede ya haya perdido su vida, una persona llena de destrucción y de dolor. Me pregunto, me pregunto, sí aún me recordará, tal como solía ser antes, no como el ser apestoso y desagradable que el Capitolio le hizo ver que era… Tal pensamiento me llena de dolor; ese Capitolio, el que me lo robó… Y tal vez ya nunca más regrese de nuevo…
-Ven, muéstrame esas manos- dice Sae, sacándome de mi ensimismamiento. Le dejo que me cure las manos, aplicándome un par de cremas que de inmediato suavizan el ardor. Cuando termina se pone a cocinar el desayuno mientras yo me quedo mirando hacia la nada. Finalmente me lo pone en frente y noto uno de los panecillos que había visto en la canasta. No sé porque me lo quedo viendo si al fin y al cabo no es como que si él  lo hubiera hecho, sin embargo la evocación de su nombre en mi mente hace que sienta un vacío en mi pecho y por un momento me dan ganas de llorar al ver al panecillo allí, recordándome a él.

Cuando estoy terminando mi desayuno, Sae me pregunta si necesito algo más a lo cual respondo moviendo ligeramente la cabeza, en forma de negación. Me dice que me cuide y que vendrá más tarde. Y así pasan los días, una semana y media tal vez que seguimos con la misma rutina de siempre. Yo fundida junto con mi dolor, como siendo uno solo, y ella ayudándome a que no me muera de hambre. En una mañana de esas Sae me dice que salga un rato, al bosque tal vez, a cazar.
-No tengo arco.- respondo.
-Mira en el vestíbulo.- dice ella.
Honestamente no tengo ganas de levantarme e ir hacia el vestíbulo así que no lo hago. Sae se vá, y yo regreso a mi puesto de siempre, en frente de la chimenea. No dormí demasiado la noche anterior debido a las pesadillas, así que en cuanto me acomodo, caigo profundamente dormida. Era de esperar que una horrible pesadilla me atacara y ésta no era la excepción, en ella estoy en una tumba y todas las personas muertas que conozco por su nombre se acercan para echarme encima una palada de cenizas. Intento gritar pidiendo ayuda pero las cenizas me cubren la boca y la nariz y no logro emitir ruido alguno. Pero la pala sigue y sigue… Logro despertarme, sudo mucho y tengo lágrimas en los ojos, lo raro es que el ruido de los palazos continúa y es como si no hubiera salido de la pesadilla. Reconozco que el ruido proviene de afuera así que salgo por la puerta principal, rodeo el lateral de la casa… Y es entonces cuando lo veo… A él. Tiene la cara roja de cavar el suelo bajo las ventanas con una carretilla a su lado sosteniendo unos arbustos ralos.

-Has vuelto.- digo. Es entonces cuando salgo corriendo hacia él, envolviéndolo en un fuerte abrazo.






A perfect song



2 comentarios:

  1. Hola hola :)♥ me ha parecido que escribes muy bien:) wujijiji:) me encantaria afiliarte, en un momentin lo hago:) Me dijiste que eras algo nueva... eso lo veo:) Mira quiza, si te gustaría, te podría ayudar con el diseño de tu blog:) (Algunas clavez para mas visitantes se concentran en el diseño del blog. Mira, puedes escribir a mi correo:
    anniecresta10@gmail.com y te puedo ayudar chuiquita:* Maravilloso el capi.
    wayra♥ (del diario de annie)

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  2. Graaaaaaciaaaaaas :333
    De hecho he pensado en cambiarlo, pero honestamente no tengo nada de tiempo... A duras penas subo los capis, en cuanto tenga vacaciones, me pondré a eso y pues sí, necesitaré ayudita lol :p dalee yo te envío un correo cualquier cosa :)
    Gracias por pasartee
    Panes quemados y azucarillos! :*

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