Después de
tanto tiempo sin contacto físico, ese abrazo en resumen es, rejuvenecedor. El
poder sentir los fuertes brazos de Peeta sosteniéndome después de quién sabe cuánto tiempo, me hace sentir
llena, sí, llena es lo que se me ocurre en ese momento porque no tengo
palabras, me he quedado muda. No puedo creer que esté aquí.
Alrededor de
unos pocos segundos de quedarme prácticamente entumecida, me separo rápidamente
de él. Al hacerlo, por fin me fijo en su rostro, en sus ojos, su expresión. Por
un momento tengo miedo de que de repente se vuelva loco otra vez y me ataque,
pero me sorprendo de ver que en cambio, luce firme, sin ninguna expresión de
ira o remordimiento y logro ver además en sus ojos, un tenue brillo que no sé
porqué; hace que mi corazón se agite rápido en mi pecho.
-Hola.-
dice. Su mirada es intensa, escrutadora, sin embargo noto que frunce un poco el
ceño al examinarme. De repente me doy cuenta que debo lucir completamente mal,
llena de tanta suciedad acumulada en tantos meses. Bajo un poco la mirada
avergonzada y noto los arbustos con los terrones de tierra colgados en sus
raíces. Una palabra, rosa. Son las flores que le dan el nombre a mi hermana
<Primroses>. Se me forma un nudo en la garganta y noto que las lágrimas
amenazan con salir. Pero no soy tan fuerte y se escapa una que me baja por la
mejilla… En eso siento unos dedos que se posan en ella y detienen su caída, los
dedos de Peeta. El contacto de sus dedos ahí en ese punto es cálido, tan cálido
que me dan más ganas de llorar, y un temblor me recorre el cuerpo y ha debido
de ser muy fuerte que hasta Peeta lo notó y apartó su mano. Cuando levanto la
vista, luce un poco apenado y mira hacia el suelo.
-Fui al
bosque esta mañana y desenterré estos arbustos para ella.-dice, luego levanta
la mirada- Se me ocurrió que podríamos plantarlos en el lateral de la casa. Y
así siempre podría estar con nosotros.
-Oh
Peeta...- en un impulso, vuelvo a tirarme a sus brazos, disfrutando del
contacto de su piel, la cual creía que nunca más tocaría. Me separo bruscamente
al darme cuenta que no puedo seguir abrazándolo si sigo con éste aspecto
desaliñado.- Pero… cuándo regresaste?.- pregunto.
-El doctor
Aurelius no me dejó salir del Capitolio hasta ayer mismo.- responde- Por
cierto, me pidió que te dijera que no puede fingir eternamente que te está
tratando. Tienes que contestar al teléfono.
En eso tiene
la razón, desconecté todo, y por más que Sae lo volvía a conectar, yo siempre
lo desconectaba. Al final terminé haciéndome la sorda.
-Umm, es
mejor que regrese adentro de la casa.-digo. No sé de donde, pero de alguna
manera las comisuras de mis labios se alzan lentamente formando una
sonrisa.-Gracias Peeta. De verdad.
-No hay de
qué.-responde. Y me devuelve la sonrisa.
Me doy la
vuelta de regreso al frente de casa, y al entrar por la puerta principal,
recuerdo que tengo algo que debo hacer, que necesito hacer.
Subo por las
escaleras a la segunda planta, directo a mi habitación. Me paro frente a la
puerta y al tocar el pomo de latón pulido, una descarga eléctrica sube por mi
brazo, paralizándome por completo. El miedo se apodera de mí tanto así que
medito si debería regresar; sin embargo una fuerza mayor a ésta, hace que gire
el pomo, valor, pienso e inmediatamente la puerta se abre rechinando, provocando
un ruido estruendoso. Lo noto enseguida. El olor ya no es tan potente pero aun
así hace que me den náuseas. La localizo, ahí, la rosa blanca entre las flores
secas del jarrón. Rápidamente avanzo los pocos pasos que nos separan, levanto
el jarrón, y bajo dando tumbos a la cocina, donde tiro el contenido a las
brasas. Observo como mientras las floren arden, un estallido de llamas azules
envuelve a la rosa y la devora. Me quedo un rato observando las llamas ya
normales y luego regreso a mi habitación donde abro las ventanas para que ese
horrible olor salga. Me dirijo al baño a darme una buena ducha y al salir me
pongo uno de los pantalones y una camisa de las primeras que encuentro en mi
ropero.
No encuentro
por ningún lado mis botas así que me dirijo a la planta baja a ver si los
encuentro. Ya en la cocina recuerdo que no he buscado en el vestíbulo y me
dirijo hacia allá. Cuando entro, visualizo mis botas situadas al lado de una de
las sillas en la esquina y además advierto una caja que está encima de la mesa central
del estudio. No tengo idea de cuándo ni quién pudo haberla traído hasta acá,
pero de igual me modo me acerco a observar su contenido. En ella encuentro la
chaqueta de cazador de mi padre, nuestro libro de plantas, la foto de boda de
mis padres, la espita que mandó Haymitch y el medallón que Peeta me dio en la
arena del reloj. Con todo eso, veo los dos arcos y el carcaj de flechas que
Gale rescató la noche de las bombas contra el distrito que están sobre el
escritorio al lado de la caja. Es demasiado abrumador ver todas éstas cosas
juntas aquí, por lo que me pongo rápidamente la chaqueta de cazador de mi
padre, y cojo el arco y las flechas.
Por algún
motivo el ver a Peeta me ha dado los suficientes ánimos de salir de mi casa, al
bosque. Así que salgo por la Pradera. Como hay un enorme hueco en la tierra
donde están echando los restos de mi gente, lo rodeo y entro al bosque por el
mismo lugar de siempre, aunque no exista ya la alambrada. Me dirijo al punto de
encuentro con Gale. No tengo ganas de cazar así que solo me siento en la roca
donde Cressida nos grabó, a observar el follaje y escuchar el ruido de los
animales, del viento. Unas cuantas hojas se arremolinan a mis pies, así que
recojo una, para sentir su textura áspera en mis dedos. Mientras la observo,
decido recolectar un poco, algunas bayas, fresas o algunos de esos frutos
deliciosos que por lo general hay en el bosque. Me levanto y recorro un camino
que usualmente no uso, oculto por algunos arbustos en busca de mi objetivo,
recorro alrededor de unos 70 a 90 metros cuando lo vislumbro. Esos arbustos.
Llenos de prímulas, llenos de primroses… Y es así, como de algún modo la veo a
ella. Es como si estuviera aquí, casi puedo ver su rostro. Peeta tenía razón,
aquí en el bosque podía haber muchos de éstos arbustos. Me tiemblan las
rodillas, ya no podré avanzar más, lo sé. Me tumbo en el suelo, acurrucándome
las piernas con los brazos alrededor de ellas, colocando a un lado el puñado de
frutos que he recolectado y doy paso a las lágrimas.
Cuando abro los
ojos, ha anochecido totalmente. Estoy completamente desorientada. Me levanto
lentamente ya que estar en la misma posición me ha dado dolor de cabeza,
entonces miro alrededor y me doy cuenta que no sé qué camino tomar de vuelta,
todo está oscuro y no recuerdo por donde vine. Mi mente confirma el peor de los
temores: estoy perdida.
Hola!!!:) Bueno, esta bastante, bastante bien. Me han gustado los dos capitulos y tambien la idea que has tenido de hacerlos. Espero que hagas mas;) Si quieres verlo este es mi blog:
ResponderEliminarhttp://chicanutelosa.blogspot.com
Muchísimas gracias, en verdad! Aprecio que hayas leído y pues sí, de repente quise escribir así que me puse manos a la obra :D Umm sí, de hecho ya tengo el tercer capi listo, pero primero quisiera arreglar el blog un poco, está ahí todo solitario sin nadie que lo lea XD
EliminarMe pasé por tu blog y está cheverísimo, tu historia es en serio intrigante, síguela :)
De nuevo, gracias por pasarte:D
De nada, no hay de que. Si quieres te puedo ayudar a difundirlo:) Es mas, te ayudare:D
ResponderEliminarHahahah, sería estupendo!!! :D kadjjfhsd yo he tratado lo más que puedo de hacerlo pero me siguen ignorando :c
EliminarEhhh espero que te sigas pasando :3 graaacias
Hey, me ha fascinado chuiquita:) Ya te dije, te ayudo en lo que sea :) Así que... Le hare algo de promoción a tu blog:) Recuerda:
ResponderEliminarsi deseas ayuda de diseño o publicidad:
anniecresta10@gmail.com
wayra♥ Besitos:* ^^
Jajaj de nuevo, graaciaaaas!! Eso estaría de pelos! Te lo agradeecería muchisisisimo :D Claro que avisaré, don´t worry jaja :p
EliminarSaludineeees!