Bueno en este capítulo ataré un cabo que dejé suelto en el cap anterior (no se si se dieron cuenta) XD eeeen fin... he aquí.
Recuerdo esa
noche como si hubiera sido hacía cientos de noches atrás, pero sólo han pasado
unos días, y aun así parece un recuerdo tan lejano… Peeta y yo comimos en
silencio después de nuestro emotivo momento, y se marchó sin decir palabra al
respecto, lo que me viene bien claro, ya que mi estado emocional está
machacado. Viene a verme cada tanto, trayéndome siempre sus deliciosos panes.
Ya no paso todo el tiempo sentada frente a la chimenea, sino que me he entretenido
haciendo unos cuántos quehaceres en la casa. Vago por los alrededores de la
Pradera ya que ni Sae, ni Peeta quieren que vuelva al bosque en mis condiciones
(deberían ponerme la manilla esa de ‘mentalmente desorientada’ y se acabó).
Ahora me
encuentro frente a las ruinas de la casa del alcalde, viendo como los equipos
de personas recogen los restos de Madge y su familia, trago saliva con
dificultad; Madge, la callada y valiente Madge, la chica que me dio la insignia
que me dio un nombre. Me pregunto si se unirá a los protagonistas de mis
pesadillas esta noche.
Obligo a mis
pies a seguir moviéndose por la plaza hasta que llegan a un lugar donde no me había parado a
pensar quiénes eran sus residentes. La panadería de los padres de Peeta. Está
totalmente destruida, solo quedan restos del gran horno en el que se cocinaban
los panes. De repente recuerdo cuando Prim y yo veníamos aquí a admirar los
hermosos pasteles… Arranco ese recuerdo de mi mente, distrayéndome mirando
alrededor y es cuando entra en mi campo de visión. Es Peeta. Creo que ya me
vio, solo que está concentrado en mirar la que solía ser su casa, está parado
en la otra esquina, mirando las ruinas con una expresión que solo muestra
dolor. He estado tan metida en mi mundo que no he notado la tristeza con lo que
lo debe llevar Peeta, él perdió a toda su familia, se debe sentir tan solo…
Me acerco y
lo saludo amistosamente.
-¡Hey,
Peeta!- digo con una pequeña sonrisa. Gira su cabeza y sus ojos azules se
clavan en los míos tan profundamente que aparto un poco la mirada.
-Katniss.-
dice mi nombre tan lento que es como si estuviera en una especie de hipnosis y
despertara apenas de ella. De repente reacciona, mueve los párpados
rápidamente- Oh, Katniss, discúlpame.
-No hay
problema, Peeta, tranquilo.- respondo, de nuevo sonriendo tímidamente. ¿Qué me
pasa? Él me devuelve la sonrisa y nos quedamos así unos segundos, hasta que él
interrumpe el contacto visual, volteando a ver de nuevo a ver las ruinas de su
antigua casa. Me coloco junto a él a mirar también lo mismo, y nos quedamos
unos minutos observando su antiguo hogar, sólo eso y sé que debe parecer fastidioso
estar solo mirando, pero la verdad es que estar aquí con él, observando su
casa, es de lejos la mejor actividad que
he hecho, sin palabras, en un silencio ensordecedor, calmante y pacífico, donde
el mayor consuelo es la compañía. Una silenciosa compañía.
No sé en qué
momento vuelvo a la realidad de las cosas, es como si hubiese sido un sueño, y
en él hubiera vuelto a sentir un poco de paz, de tranquilidad, desde lo… de
ella. Sólo sé que estoy sentada en el suelo junto a Peeta, tengo recostada mi
cabeza en su hombro, y él en un gesto igual, sólo que su cabeza recostada
encima de la mía. No quiero moverme. Quiero mantener un poquito de la paz que
tengo, así que no lo hago. Con un rápido vistazo al cielo, sé que debe ser
media tarde, por lo que calculo que hemos estado alrededor de dos horas y media
así, sin movernos para nada.
-Katniss…-empieza
Peeta, sacándome de mis pensamientos.- ¿Te encuentras bien? - me pregunta.
-Claro que
sí, ¿tú lo estás? – respondo sin mover la cabeza.
-Creo… Se
siente bien estar aquí acompañado alguna vez…- contesta, rompiéndosele la voz
un poco al final. En un impulso tomo una de sus manos, que estaban puestas en
su regazo y se la aprieto. Él se sorprende un poco pero después me devuelve el
apretón, lentamente siento como algo cálido se acomoda en mi pecho, llenándome
de una inesperada calma y una sensación como de…, como de…- Gracias por estar
aquí.-concluye.
-De nada.
¿Vienes todos los días?- le pregunto.
-Sí, de
alguna manera venir aquí es reconfortante, casi siento que todos ellos aún
están ahí, nada más esperando a que entre por la puerta, me ponga el delantal y
me una a ellos en la rutina de siempre.- dice con un dejo de tristeza.
-Pues ellos
siempre van a estar ahí, para ti…, en tu corazón…-susurro levantando la cabeza
de su hombro. Cuando estoy a punto de seguir hablando, alguien carraspea
sonoramente.
Giro mi cabeza para ver a Sae junto a nosotros, no noté cuando
llegó.
-¿Están
ustedes bien?-nos pregunta.
-Sí.-responde
Peeta primero que yo.- De hecho ya nos íbamos.
-Ah, es que
mi nieta los ha estado observando largo rato y ha venido corriendo a decirme
que llevan sentados ahí mucho tiempo, así que quise venir a ver si estaban
bien. Espero que no los haya molestado.- responde Sae, un poco avergonzada.
-No te
preocupes, Sae,- respondo esta vez yo.- No nos has molestado, gracias por
venir.
-Bueno en
todo caso menos mal te encuentro, iba a llegar a tu casa para decirte que iba a
llegar un poco tarde hoy a prepararte la cena, si no tienes ningún problema, es
que me voy a ocupar un rato más organizando unas cosas en mi casa.-dice Sae
mirándome.
-Oh, no te
preocupes, en verdad. Haz tus cosas y ya regresa mañana por la mañana, no es
que tenga mucha hambre.- declaro calmadamente.
-¿En serio?
Bueno pero si necesitas cualquier cosa, me avisas, ¿vale?
-Seguro.
Observamos
en silencio mientras Sae camina de vuelta, pensando que en verdad aprecio que
ella haga todas éstas cosas para cuidarme, es otra deuda que se suma a la
lista, ya muy larga. Me dirijo hacia Peeta.
-¿Ya nos
vamos?- le pregunto.
-Sí, ya
pronto comenzará a oscurecer, y no me gusta quedarme aquí de noche, me traen
los recuerdos más tristes.- responde. Así que nos levantamos y caminamos silenciosamente todo
el trayecto hasta llegar a la Aldea de los Vencedores. Cuando llegamos a mi
casa, noto que aún seguimos agarrados de la mano, él también ha debido de darse
cuenta porque baja la mirada hacia nuestras manos, y cuando la vuelve a subir,
se queda posada en mis ojos. Me quedo paralizada un momento y después suelto mi
mano para abrir la puerta.
-Sé que
dijiste que no tienes hambre pero, hice un poco de caldo al mediodía y me
sobró…, hay suficiente para dos…-empieza pero lo corto.
-Si lo traes
hasta acá… Claro que sí.- digo con una pequeña sonrisa.
-Regreso en
5 minutos.- y sale inmediatamente hacia su casa. Cuando entro, me quito la
chaqueta de cazador de mi padre, la cuelgo en un perchero cerca de la puerta y
me dirijo a la cocina. Vaya que fue puntual, no había terminado de organizar la mesa y sacar los
platos cuando suena el timbre. Camino
hacia la puerta, la abro, y me encuentro a un Peeta sonriente con una olla en
sus manos.
-Hola de
nuevo.
-¡Sí que no
te tardaste nada!- exclamo con una sonrisa igual. Lo dejo pasar y vamos a la
cocina donde enciende el fuego y comienza a calentar el caldo.
Nos sentamos
alrededor de la mesa a esperar, uno al lado del otro. Decido romper el
silencio.
-Peeta…
¿cómo terminó Haymitch con ustedes aquella noche en la que…, me perdí?-
pregunto en voz baja.
-Ah pues es
simple…- responde como ocultando una sonrisa.- íbamos de camino a buscar pistas
de tu paradero y resulta que él había salido de casa en busca de más whisky.
Entonces le contamos lo que sucedía y te juro que se le notaba que tenía una
resaca de mil demonios pero…, apenas le dijimos lo que ocurría fue como si su
expresión cambiara totalmente, se mostraba, como… Preocupado.
Realmente.-termina Peeta con una expresión pensativa.
Me quedo
dubitativa un momento pero después descubro que a fin de cuentas, somos parte
de una familia, los tres, que a pesar de todo los que nos ha pasado seguimos
siendo un equipo; por más que haya diferencias entre nosotros, todo lo que nos
pasó de alguna manera nos unió, creando lazos tan profundos que nos sirven para velar por el
bienestar de cada uno y que Haymitch, nuestro antiguo mentor y hasta podría
decir que amigo, a pesar de toda su borrachera, hace parte de ese, nuestro
equipo.
Nota:
Como vieron, me enfoqué un poco más en cómo lo manejaba el chico del pan, puesto que Suzanne nunca recalcó el tema, sobre cómo él debía llevar la pérdida de sus seres queridos y tal...
Espero que les haya gustado y si quieren expresar su opinión, ya sea buena, regular o mala(constructivamente) :D dejen su comentario.
.|||.
Me ha encantado!! Esta muy xulooo!! Espero que no tardes en escribir el siguiente, me muero de emocion!! >.<
ResponderEliminarGraaacias :3 me alegro que te haya encantado :D
EliminarSip, el miércoles puntual(de hecho ya lo tengo escrito) XD solo faltan retoques :)
De nuevo, gracias por comentar!^^
me ha encantado tu blog sigue así ya quiero el siguiente capitulo por favor sigue así por cierto ya te he agregado a mi lista de blogs pásate por mis blogs vale http://distritodoc12.blogspot.mx/
ResponderEliminar¡Oh mil graacias! Me alegro que te haya gustado en verdad! Siii ya el martes o el miércoles seguro :) de inmediato también te agrego a mi lista :D
EliminarEspero que te sigas pasando:3
Saludos .|||.
Bueno Carolina, ya sabes que me encanta como escribes y me sigue gustando. Me ha encantado este capitulo porque, ademas de estar bien escrito, te has centrado en Peeta y como me super encanta Peeta y tal... jiji:D Bueno, ya sabes que tienes mi aprobacion para todo lo que hagas:D Perfecto el capítulo:) Saludos .lll.
ResponderEliminar¿Peeerfecto? dkjsfsdh oh gracias graaciaaas!! :D
EliminarSí, de hecho he releído los libros para tratar más o menos de que siga la narrativa de Suzanne, ella es obvio la que se lleva todos los créditos, yo solo escribo lo que llega a mi mente XD
Ajdhfjhs claro! Solo escribo cosas que sé que pueden gustarle a los lectores :)
Gracias por comentar :) Saludos igual .|||.
Ah... y otra cosa que se me ha olvidado, ya te he afiliado a mi blog jiji:D
ResponderEliminarJajajaj si!, bueno ya tu blog está en mi lista de blogs hace tiempo,así que estás afiliada :D
Eliminar